Según estimaciones del Pew Research Center, en 2050 habrá 3,7 millones de personas centenarias en el mundo, una cifra que es resultado de una tendencia al alza que se consolida en los últimos años.
La esperanza de vida se incrementa progresivamente, y a raíz de ello, según datos del Instituto Nacional de Estadística, si en 1960 ésta era de 71,66 años en las mujeres y de 66,68 años en los hombres y en 2000 de 82,73 años entre la población femenina y de 75,9 entre la masculina, en el año 2022 ésta alcanzó los 85,74 y los 80,36, respectivamente.
Esta longevidad de la población lleva asociada consigo la necesidad de emprender una serie de medidas para adaptarse a esta nueva realidad y más por cuanto se prevé que, en los próximos años, la esperanza de vida seguirá aumentando.
Los retos y oportunidades que presenta esta nueva circunstancia fueron el centro de reflexión y debate del seminario «La Nueva Longevidad», organizado por el Observatorio Social de la Fundación «la Caixa», un evento en el que profesionales de diversas disciplinas compartieron sus inquietudes e interrogantes sobre el impacto de esta nueva realidad en ámbitos como la salud y los cuidados, la economía, el trabajo, la educación o las relaciones sociales, entre otros.
Así, George Leeson, profesor asociado en el Instituto de Envejecimiento de la Población de la Universidad de Oxford, destacó que un tercio de los bebés que nacen actualmente en Reino Unido vivirá hasta los 100 años. Sin embargo, como él mismo apuntó, los gobiernos están siendo considerablemente lentos a la hora de tomar medidas para adaptarse a estos cambios y sus implicaciones.
En la misma línea, Adelina Comas, economista e investigadora de la London School of Economics and Political Science y directora del Observatorio Global de Cuidado de Larga Duración, insistió en que «el principal reto es que en casi todos los países del mundo aún no nos hemos hecho a la idea de que esto está ocurriendo y de sus consecuencias. Los que están diseñando políticas adecuadas son la excepción». La profesora puso a Japón, el país con mayor esperanza de vida, como ejemplo a seguir, especialmente por lo que se refiere a sus residencias, en las que cada persona se aloja en su propio apartamento.
En definitiva, durante el seminario se insistió en el papel clave que juega el sector público en relación con la longevidad de la
población, el cual además ha de tener presente que le corresponde la regulación del sector privado para garantizar que ofrezca un servicio de calidad. Pero todo ello requiere inversión, tal y como señaló Comas.
Durante el evento también se profundizó en la relación entre salud y longevidad y, en este sentido se puso de relieve el papel que puede desempeñar la ciencia para favorecer una vejez con mejor salud. En este contexto, Mercè Balcells-Camps, investigadora principal de la Escuela de Ingeniería del MIT, se refirió al potencial
de la ingeniería de tejidos. «Imagina una persona con cientos de años pero que tiene el corazón de una persona joven, la cabeza clara y productiva... Es ciencia ficción, pero estamos ahí», señaló al respecto.