Se casaron en 1982, y se convirtieron en sus lectores recíprocos más inmediatos
“Vivir con alguien que está siendo bombardeado con quimioterapia e inmunoterapia es una aventura de cercanía y separación”. Estas fueron las palabras que Siri Hustvedt escribía en su cuenta de Instagram en marzo del año pasado. A su marido, Paul Auster, se le había diagnosticado cáncer, lo que el propio autor ya había confesado en alguna entrevista poco tiempo atrás. La también novelista hablaba, asimismo, de que vivir en Cancerland, como llamaba a esta “tierra del cáncer” en que la vida de ambos se había instalado, significaba “estar en una cuerda floja en la que no es fácil caminar. Pero es un verdadero trabajo de amor". En aquella comunicación, sin embargo, no había lamentos, sino que estaba acompañada de una imagen que por sí misma ya lo decía todo: una fotografía de los dos, bastante reciente, pues era de la Navidad de 2020.
No faltaron tampoco las buenas noticias en esta situación, pues a inicios de este año, a inicios de este año nació el nuevo nieto de la pareja, el bebé Miles, hijo de la cantante Sophie Auster y su marido el fotógrafo Spencer Ostrander. Curiosamente, Hustvedt relató en ese tiempo que no había emergencia en el caso de Auster, e incluso se le había dado el alta en el hospital en enero: lo que ella llamó un “indulto” temporal. Ese nacimiento está, pues, destinado a consolar la pérdida de un autor, a recibir el legado de unos apellidos que han marcado el devenir de la literatura norteamericana desde que se conocieron en los años ochenta, en un acto literario público, en un recital de poesía en la Universidad de Columbia.. Auster y Hustvedt se casaron en 1982, y se convirtieron en sus lectores recíprocos más inmediatos, instalados en su casa de Brooklyn, inundada por montañas de libros.
Otra particularidad que los uniría sería la concesión a ambos de un mismo premio, y además en España. La escritora nacida en Northfield, Minnesota, en 1955, y de ascendencia noruega, recibió en 2019 el premio Princesa de Asturias de las Letras, que Auster había obtenido en 2006. Les separaban unos cuantos años –se conocieron cuando ella tenía 26 años y él 34– y Auster había tenido una relación sentimental con otra escritora, Lydia Davis, de la que fue fruto un hijo, Daniel. Este murió trágicamente por una sobredosis de droga en 2022, a los 44 años, en un periodo en que estaba en libertad bajo fianza y con cargos de homicidio involuntario por algo tan terrible como el fallecimiento de su hija de diez meses.
La admiración y el enamoramiento de Auster por su mujer eran ostensibles en cada una de sus entrevistas si se daba la ocasión de hablar de ella. Ambos hacían una pareja imponente: altos y atractivos, coparon la atención de los medios durante décadas, en una mezcla de sencillez y sofisticación, de elegancia y brillantez artística. Hustvedt se licenció en Historia en el St. Olaf College y se doctoró en 1986 en Literatura Inglesa por la Universidad de Columbia con una tesis sobre Charles Dickens. Junto a Auster, cuya obra emergió con tanta fuerza en aquellos años y durante la década de los noventa, ella se hizo novelista amén de una erudita y experta en neurociencia y psicoanálisis, y, como su marido, tuvo unos inicios poéticos, lo que a fin de cuenta los unió desde aquel acto de inicios de los ochenta. En 2003, por cierto, la pareja protagonizó un evento en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, en torno a un ciclo llamado “El autor y su editor”. A fin de cuentas, todo desembocó, incluso, en que compartieran sello editorial en español, ambos en Seix Barral. Ahí estarán unidos por siempre.
