Tampoco hay que darle muchas más vueltas ni esperar otras cosas. Esto es Francia y así está en los cuartos de final de la Eurocopa de Alemania. Ni una sonrisa ni un gesto para alegrar la vida al espectador neutral que busca en el fútbol algo de entretenimiento. La selección de Deschamps no lo va a dar. Quizá en el Mundial hizo algún buen partido, en esta competición va sumando ladrillo tras ladrillo y de ese modo va construyendo una casa. Ya está donde debía estar y es una de las grandes favoritas porque es la más profesional de todas. Se le compara con Inglaterra, porque ambas selecciones han jugado de manera discreta, pero Francia juega así porque quiere, Inglaterra porque no le da para más ahora mismo.
Francia ganó, pues, su choque contra Bélgica con un gol de Kolo Muani en el minuto 85, de un remate que iba al portero, pero que tocó en un rival y lo desvió lo suficiente. El cambio de Deschamps dio resultado. Tenía que buscar el partido y el técnico francés quitó a Thuram, su delantero titular por ahora para sacar al futbolista del PSG, es decir, hombre por hombre, es decir, la estructura de Francia no se toca ni un milímetro.
Pero, juegue bien o mal, Francia asusta a los rivales. Bélgica vivió todo el choque acomplejada, con muchos minutos con De Bruyne jugando cerca de su área y demasiado lejos del área rival. Es un Bélgica que va perdiendo encanto según pasan los años. Ha pasado de ser la selección de la esperanza con Hazard, De Bruyne o Courtois, a ser un equipo funcionarial, sin Eden, sin el mejor portero del mundo y con el centrocampista del Manchester City jugando de mediocentro y desaprovechando todas sus virtudes. Bélgica quiso jugar todo el choque al contraataque, sobre todo porque confía mucho en el desorden de Doku. Tuvo un par de ocasiones claras, pero siempre dio la impresión de sentirse inferior a su rival, abrumada por los nombres y la presencia francesa. La mejor ocasión belga llegó en la segunda mitad en un remate de Lukaku, para demostrar que estaba en el partido. Puede que acabase el encuentro y el punto tocase cinco balones. Por lo menos, así, no falló ningún gol escandaloso con el que convertirse en un meme en las redes sociales.
Con Bélgica dispuesta a jugar muy poco, el peso del partido cayo en Francia. No presiona el conjunto de Deschamps, pero si que espera en zona medio del campo y ahí es un equipo inexpugnable y cuando le encuentran el espacio o se equivoca, está demostrando que tiene en Maignan un portero de mucha categoría.
Otra cosa es la selección francesa sepa qué hacer con la pelota. La verdad es que no tiene idea. Uno de los mejores del partido fue Tchouameni, con mucha presencia en el área y un par de remates que no fueron a portería y a gol de milagro, pero el centrocampista del Real Madrid necesita a alguien más para crear. Kanté ha perdido gasolina, Rabiot, que no jugará en cuartos, está para otras batallas y Griezmann, que lo intenta, no aparece con la frecuencia suficiente como para hacer sostenible el juego francés. Así que el peligro contra Bélgica llegó por las carreras de Koundé por la banda derecha (no le va a quedar más remedio al barcelonista que olvidarse de que es, era, central) y por los arranques de Kylian Mbappé.
No está en su mejor momento, pero incluso a trompicones le salen ciertas jugadas que al resto de compañeros ni se le ocurren. Pero las que hizo, no acabaron en gol.
Porque Francia tiene un grave problema con la portería contraria y Deschamps no encuentra la receta para resolverlo. El ex centrocampista va ganando tiempo porque va ganando partidos pero su equipo no sabe cómo llegar al área rival con claridad. Por fuera, los centros de Koundé fueron escasos y las llegadas de Thoe Hernández, desordenas, y por dentro, no tiene la velocidad suficiente como para desequilibrar. En parte porque Griezmann está muy impreciso y en parte porque Mbappé primero regatea y luego pasa y eso, a veces sirve y a veces para el juego.
Pero marcó, al fin, cuando se terminaba el partido. Francia, a su estilo, sigue caminando.
