Los incendios en California son los más devastadores en más de cuatro décadas. Normalmente, los incendios no suelen ocurrir en invierno, pero ciertos factores se han combinado para desafiar el calendario de manera rápida y mortal.
Uno de ellos son los vientos de Santa Ana, que soplan las llamas y las brasas a 160 kilómetros por hora —mucho más rápido de lo normal— que se combinaron con el regreso de la sequía extrema al estado.
Añade un cambio brusco en el clima que hizo crecer toneladas de plantas durante los aguaceros y luego temperaturas récord que las secaron para convertirlas en combustible. Luego está una inusual y pronunciada corriente de chorro, y mucho cableado eléctrico que se agita en esas poderosas ráfagas.
Los expertos dicen que eso es lo que ha creado uno de los incendios más destructivos en la historia de California.
Incendios “pequeños, poderosos y rápidos” han arrasado el oeste de Estados Unidos en las últimas décadas a medida que el mundo se calienta, explicó Jennifer Balch, científica de incendios de la Universidad de Colorado.
Ella publicó un estudio en la revista Science en octubre pasado donde analizó 60 mil incendios desde 2001 y encontró que los que los incendios que crecen más rápido casi se han triplicado en frecuencia desde 2001 y han causado mucha más destrucción que los incendios más grandes y lentos.
“Los incendios se han vuelto más rápidos”, remarcó Barch el miércoles 8 de enero. “El gran culpable que sospechamos es un clima que se calienta y que hace más fácil quemar combustibles cuando las condiciones son las adecuadas”.
Los incendios de verano suelen ser más grandes, pero no arden tan rápido. Los incendios de invierno “son mucho más destructivos porque ocurren mucho más rápidamente”, advirtió Jon Keeley, científico de incendios del Servicio Geológico de Estados Unidos.
AccuWeather estimó que los daños de los últimos incendios podrían alcanzar 57 mil millones de dólares. El jefe meteorólogo de la firma privada, Jonathan Porter, apuntó que este “podría convertirse en el peor incendio forestal en la historia moderna de California basado en el número de estructuras quemadas y la pérdida económica”.
“Es realmente solo la alineación perfecta de todo en la atmósfera para darte este patrón y viento fuerte”, comentó Tim Brown, director del Centro Climático Regional del Oeste.
La velocidad del viento y la velocidad de propagación de las llamas están claramente vinculadas.
“El impacto aumenta exponencialmente a medida que aumenta la velocidad del viento”, señaló Mike Flannigan, científico de incendios de la Universidad Thompson Rivers en Canadá. Si los bomberos pueden llegar a las llamas en unos 10 minutos o menos, su propagación puede contenerse, pero “15 minutos, es demasiado tarde y se ha ido. El caballo ha salido del establo”.
No hay un vínculo claro entre los vientos de Santa Ana —ráfagas del este que bajan de las montañas, ganan velocidad y golpean la costa— y el cambio climático, pero una condición que trajó esos vientos es una gran caída en la temperatura de la corriente de chorro —el flujo de aire que mueve los sistemas meteorológicos en el planeta— que ayudó a traer aire frío a EU.
Los vientos de Santa Ana están ocurriendo más tarde en el año, moviéndose del otoño más seco al invierno más húmedo, dijo Keeley. Normalmente, eso reduciría las amenazas de incendio, pero este no es un tiempo normal.
Después de dos inviernos de lluvias, cuando los ríos atmosféricos vertieron enormes cantidades de agua en la región haciendo crecer muchas plantas, un inicio rápido de la sequía las secó, proporcionando la yesca perfecta, según Swain y Abatzoglou.
Swain alertó que este cambio brusco en el clima está ocurriendo más a menudo.
Hay un vínculo claro entre el cambio climático y los otoños e inviernos secos más frecuentes que proporcionan combustible para los incendios, dijo Swain.
Estos incendios devastadores no podrían ocurrir sin las condiciones secas y calientes, ni estarían ardiendo sin la velocidad extrema del viento, opinaron Abatzoglou y otros.