¿Te quejas de que el dinero no te alcanza? ¿Es imposible lograr tus objetivos económicos? Una reacción frecuente es postergar la revisión de tus cuentas porque temes percatarte de que estás al borde de la insolvencia. Este tipo de pensamiento es común y comprensible, pero también es el primer obstáculo para avanzar.
La sensación de angustia cuando las cosas van mal es normal. Sin embargo, es necesario enfrentarla para hacer las correcciones y cambiar por completo el escenario. Reconocer el problema te da claridad para tomar medidas efectivas.
Muchos quieren empezar a reducir gastos sin hacer un análisis previo, lo cual equivale a ir sin guía. Lo mejor es hacer un recuento detallado de hacia dónde se está yendo tu dinero.
Una hoja electrónica es una herramienta excelente para determinar todos tus gastos por concepto de manera mensual. En este proceso, puedes auxiliarte de las aplicaciones disponibles en el mercado, de los estados de cuenta de tu tarjeta, y también de comentarlo con tu pareja.
Una vez que has enfrentado tu escenario, es necesario ejecutar un plan de acción para generar un margen para el ahorro.
Esto implica hacer sacrificios: tal vez optar por víveres menos costosos, cancelar alguna vacación, salir poco de fiesta o preparar comida para llevar al trabajo. Dependiendo de cómo se distribuyan tus gastos, ahí estará parte de la solución.
Estos cambios resultaran engorrosos; empero, es el camino para dejar atrás la crisis y detener el avance de las tarjetas de crédito u otro tipo de deuda, que solo empeorará la situación. Es fundamental aceptar las molestias temporales para construir una base financiera sólida.
El siguiente punto a considerar es la posibilidad de buscar otra fuente de ingresos que te permita ahorrar y conservar un mejor nivel de vida. Mientras esto no sea factible, es importante hacer el esfuerzo por mantenerse dentro de los límites del presupuesto.
Existe la opción de ignorar el problema y “dejarse fluir”, pero dicha actitud es peligrosa. En estas circunstancias, las finanzas personales están sostenidas con alfileres, de tal manera que cualquier crisis puede derrumbarlas. Como dice la ley de Murphy: “si algo puede salir mal, saldrá mal.” y entonces el impacto será mucho más doloroso.
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