Cuando hace un año Otis azotó Acapulco hubo llamados a solidarizarse con la población de ese destino, tan entrañable para chilangos en particular, y mexicanos en general. La generosidad no sobra, pero ¿qué tal mejor potenciar mecanismos ajenos al altruismo?
Para muchas familias acapulqueñas, Otis significó también la pérdida de ingreso laboral porque patrones dejaron de visitar el puerto, y sus empleadas del hogar, de cobrar.
¿Cuántas de esas trabajadoras del hogar acapulqueñas estaban afiliadas al IMSS? Más allá del número, se podría haber llamado a los patrones a seguir pagándoles, así fuera por unos meses, para asegurar cobertura médica en el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Ese no interrumpirles el pago por un tiempo sí sería una verdadera solidaridad. La realidad es, claro está, más compleja.
En México hay 2 millones 400 mil trabajadoras del hogar. Pero si atendemos cifras que ha publicado en artículos de opinión el propio director del IMSS, Zoé Robledo, sólo han sido dadas de alta a nivel nacional algo así como 80 mil (o sea tres por ciento).
De forma que si en Guerrero, según versiones periodísticas, alrededor de 60 mil personas se emplean en el hogar, y de éstas sólo 3% estarían registradas en el IMSS, con o sin Otis es una población que incluso cuando tiene trabajo vive en la intemperie, por decir lo menos.
Si este sexenio luchas como la de Marcelina Bautista toman un ritmo acorde a la nueva era, más pronto que tarde llegará el día en que México recuerde con extrañeza que hubo un tiempo en que se podía contratar gente sin cubrir su seguridad social.
Para no dejar las cosas al destino, o sólo en manos de notables activistas como Bautista, que logró que México ratificara el convenio de la Organización Internacional del Trabajo para que patrones paguen a sus empleados del hogar, hay que apelar al nuevo gobierno.
La presidenta Claudia Sheinbaum realiza un esfuerzo titánico para que eso de “es tiempo de mujeres” no sea sólo un eslogan. Sus propuestas de ley al respecto, la creación de una Secretaría de la Mujer y priorizar esa agenda en su mañanera son muestra de ese compromiso.
El viernes, por ejemplo, la Presidenta fue osada al reivindicarse como “ama de casa”. Lo hizo para atajar un chiste tonto de que sería “una ama de casa” sexenal. Y fue un gran momento de las aún pocas mañaneras de Claudia.
Sheinbaum se asumió como Presidenta, abuela, madre, académica… y ama de casa. Fue una forma muy potente de generar empatía con decenas de millones de mexicanas que lidian con la carga del trabajo del hogar, propio o contratadas por un tercero.
De hecho, la Presidenta misma subrayó eso: el reconocimiento a la dignidad de tantas que son contratadas para hacer el trabajo en casa ajena.
Zoé Robledo ha destacado que antes de 2018 sólo 4 mil trabajadoras del hogar estaban registradas en el IMSS. Hay que llevar esa cifra a un nuevo nivel, aprovechando la designación de la activa Citlalli Hernández en la Secretaría de la Mujer.
Que sea prioridad de la nueva secretaria elevar sustancialmente el porcentaje de trabajadoras del hogar en el IMSS. Con todas las de la ley. Porque se trata de eso, de que se cumpla con la legislación. Ni más ni menos.
Ello sería un gran botón de muestra de eso de prosperidad compartida. Y un avance institucional, no un gesto altruista. Un derecho para ellas (95% de las personas contratadas en un hogar son mujeres) y una obligación de todos.