Aquí vamos de nuevo. Que vamos a revisar el tratado de libre comercio de México con Estados Unidos y Canadá, si Donald Trump llega a la presidencia otra vez. Lo dijo ayer desde Detroit.
Y nuevamente veremos a los poderosos miembros de la US Chamber of Commerce deteniendo las manos de un individuo octogenario e inmaduro. Fueron los miembros de esa cámara quienes lo pararon la vez pasada cuando quiso detener por completo el comercio de la región.
Sucede que el poder de ese gremio no se limita al dinero que abunda en sus cuentas bancarias, sino a su sofisticación y su convocatoria. ¿Acá quién defiende esos tratados y quién escucharía a esos posibles defensores?
Por conveniencia o por lo que quieran, pero las empresas estadounidenses conocen los mensajes, saben transmitirlos y conectan con la sociedad en general a la hora de mover sus piezas. En México, los vínculos entre quienes tienen una gran empresa y los que tienen una pequeña, parecen débiles o rotos.
Un 45 por ciento de los mexicanos confía en que las y los líderes empresariales les hablan con la verdad. Pero 49 de cada 100 mexicanos desconfían de la cúpula empresarial, de acuerdo con la consultora Ipsos, que publicó su Estudio Global Trends 2024.
Esa cúpula está representada en México por el CCE, un Consejo Coordinador Empresarial cuya vocación es difusa.
¿Atiende a los 57 miembros del Consejo Mexicano de Negocios, o a los 4.8 millones de afiliados en la Concanaco, que agrupa a comerciantes tristemente despersonalizados bajo el término burócrata “Pymes”?
Típicamente, para conseguir sus metas, los líderes de empresa en México negocian en corto y no en público ¿Qué sentido tiene ir a las masas? Por eso, quizás, suelen invertir muy poco en publicidad comparados con sus pares, unos 59 dólares per cápita.
Esa cifra es 14 por ciento menor que la de los brasileños, que apostaron 69 dólares per cápita en campañas durante 2023; 45 por ciento menor que la de los chinos; 57 por ciento inferior a la de españoles; 90 por ciento más baja que la de los británicos y ni hablar de los estadounidenses que invirtieron el año pasado mil 062 dólares por persona, 18 veces más que la gente de negocios en México.
Los datos provienen de la consultora eMarketer citados en la quinta edición del estudio Valor Total Media, desarrollado por AVE, CIM e IAB México.
Para las empresas mexicanas la comunicación parece un accesorio, mientras que para los vecinos tiene un carácter estratégico.
Rachel Ledbetter promueve en estas semanas, desde Washington DC, una nueva campaña para mantener baja la carga fiscal para los negocios de Estados Unidos ¿El proyecto? “Desde la Avenida Principal: La política fiscal que favorece el crecimiento es vital para las pequeñas empresas”.
Ledbetter es la gerente de comunicación y estrategia en la US Chamber y trabaja con los socios de toda la organización para “ejecutar proyectos y campañas de comunicaciones integrales”, de acuerdo con su perfil público.
Eso no significa que los vecinos no cometan errores. Recuerdo que asistí a encuentros de sus miembros en los que se lamentaban: “debimos hacer más para difundir entre la gente los beneficios del TLCAN”, cuando el presidente Trump atacó el primer tratado comercial regional.
Al final, la US Chamber se impuso y si bien ya no hay TLCAN, existe un T-MEC que le sustituyó gracias a la presión del gremio que hizo ver su poder para evitar una ruptura comercial entre socios norteamericanos.
Si gana Trump la presidencia de su país, Rachel Ledbetter se encargará probablemente de mover a las masas que sean necesarias para que desde pequeños comercios defiendan una eventual embestida de Trump en contra del nuevo tratado. También puede jugar un rol esa enorme maquinaria publicitaria estadounidense para movilizar a usuarios vía redes sociales.
Es la línea de defensa con la que cuenta irónicamente México para mantener esos vínculos ante la realidad que muestra poca unión y muy pobres relaciones entre las empresas grandes y dueños de negocios de menor tamaño.