En menos de un mes se llevarán a cabo elecciones presidenciales en Estados Unidos. Las encuestas sugieren que será una elección muy cerrada que se decidirá por unos cuantos miles de votos en algunos estados de aquel país.
Con lo que ambos candidatos han manifestado a la fecha, se puede anticipar cuáles serían las principales políticas económicas que cada uno implementaría en caso de ganar la contienda, lo que a su vez nos permite hacer una valoración preliminar de cómo impactarían a la economía de Estados Unidos y a la de México. Aclaro que me centro en temas económicos y no de las implicaciones geopolíticas o para la democracia estadounidense, que creo son mucho más importantes y que han sido analizadas a profundidad por múltiples analistas políticos.
En materia comercial, es desafortunado que ambos partidos se hayan alejado del ideal del libre comercio global que prevalecía en los años noventa. En esta ocasión, ambos candidatos tienen una plataforma proteccionista. Por un lado, Kamala Harris ha lanzado señales de que mantendría la actual política arancelaria hacia China, además de que otorgaría subsidios para favorecer a los productores estadounidenses. Estas políticas afectarán negativamente la competitividad de Estados Unidos y, por tanto, de América del Norte. Por su parte, las propuestas de Donald Trump son todavía más proteccionistas, rozando ya con el mercantilismo. Ha hablado de imponer aranceles del 20 por ciento a las importaciones provenientes de todos los países, salvo las de China que enfrentarían tarifas del 60 por ciento. Estas prácticas serían todavía más negativas para la competitividad y, por tanto, para el crecimiento estadounidense y en consecuencia para el de México. Además, esta política arancelaria sería claramente inflacionaria y podría afectar negativamente a la inflación en México al estar nuestras economías tan integradas. A su vez, la mayor inflación llevaría a la Reserva Federal (la Fed) a un equilibrio de mayores tasas de interés, lo que implicaría un dólar más fuerte y menos flujos de capital hacia países emergentes. Esto siempre y cuando el Congreso no apruebe las peligrosas propuestas de Trump que apuntan a minar la independencia de la Fed.
En lo que toca a la política fiscal, sorprende negativamente que, en un contexto de déficit muy elevado (6.2 por ciento del PIB el año pasado y 9 por ciento en promedio los últimos cinco), ningún candidato tenga un plan de consolidación fiscal. Si bien Estados Unidos, como emisor de la moneda-reserva mundial, puede darse el lujo de tener esta política tan expansiva, ésta tiene un costo que se manifiesta en tasas de interés más altas que resultan en una menor inversión privada y, por ende, en menor crecimiento.
En este sentido es desafortunado que las políticas que prometen ambos candidatos llevarían a un déficit fiscal todavía más elevado. Dicho lo anterior, la política fiscal de Trump sería más negativa por dos razones: la primera, porque el déficit sería mayor que con Harris, quien si bien propone incrementos al gasto (subsidios para adquisición de primera vivienda o a para quienes emprenden por primera vez) al menos los acompaña de medidas para financiarlos aunque sea parcialmente (mayores tasas impositivas para algunos segmentos). Trump, por su parte, propone menores impuestos al segmento de mayores ingresos y a las corporaciones, pero sin proponer ninguna medida para financiarlos.
La segunda razón es que las propuestas fiscales de Harris tendrían mayores efectos multiplicadores sobre la demanda agregada al recaer en personas con una mayor propensión marginal a consumir que la de los beneficiarios de las medidas propuestas por Trump. Por tanto, si bien ninguno presenta políticas fiscales muy responsables, las de Harris tendrían un mayor efecto multiplicador sobre la economía, lo cual debería ser mejor para las exportaciones mexicanas.
Por otra parte, las políticas migratorias de Trump (menos llegada de trabajadores y deportaciones masivas) constituirían un choque negativo de oferta para la economía de Estados Unidos que afectaría negativamente a la tasa de crecimiento potencial. Esto impactaría negativamente a México, que además sufriría el efecto de un menor volumen de remesas, deteriorando la balanza de pagos.
Si bien, en mi opinión, las propuestas económicas de ambos candidatos presentan problemas importantes, y reconociendo que el viraje hacia el proteccionismo que se ha dado en Estados Unidos ha llevado a un entorno global de mayor fragmentación, menor crecimiento en el comercio y por tanto, de menor crecimiento y prosperidad mundial, me parece que las propuestas de Trump serían más perniciosas para las economías de América del Norte.