Desde hace días se escuchan los comentarios sobre la calificación crediticia de México y los comentarios del analista soberano de Moody’s para México, Renzo Merino. Pero ¿por qué esto es importante?
Las calificadoras son agencias encargadas de evaluar la calidad crediticia y de riesgo de países, empresas y emisores de deuda. Esto permite que los inversionistas o los mercados puedan tomar decisiones con base en la información y el análisis que ofrecen. La revisión de la calificación se realiza de manera periódica y se puede consultar la calificación otorgada, casi siempre acompañada por un análisis de la razón de dicha calificación.
Supongamos que una agencia se encarga de revisar a una empresa, la cual ha tenido un deterioro financiero por un crecimiento en la deuda que ha sido acompañado una reducción en los ingresos. Además, se ha encontrado con problemas en la gestión que ha conducido a tener una menor productividad. Por estas razones, la agencia decide bajar la calificación de la empresa.
¿Qué le sucederá a la empresa? Al solicitar un nuevo crédito, la institución financiera conocerá la probabilidad de impago que implica prestarle a dicha empresa, por lo que para protegerse solicitará más garantías o una mayor tasa de interés. Por su parte, el mercado detectará los riesgos y desincentivará la inversión en dicha empresa. Para salir de esta situación, la empresa deberá mejorar su estrategia, hacer cambios en la gestión de los recursos, realizar una restructura de la deuda, etc.
Ahora traslademos esta situación a México, que desde 2022, cuando bajaron su calificación, se encuentra en BAA2 con perspectiva estable. Esto refleja una situación compleja en la que se encuentran desafíos y oportunidades. Aunque el país mantiene su grado de inversión, la agencia ha expresado preocupaciones significativas sobre el deterioro fiscal, el débil crecimiento económico y el apoyo financiero a Petróleos Mexicanos (Pemex).
La semana pasada, el analista soberano de Moody’s para México ha sido puntual en señalar uno de los principales retos de la próxima administración: reducir un déficit fiscal que se sitúa en el 6% del PIB. Además, si tomamos el Saldo Histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), que es el total de las obligaciones financieras acumuladas por el gobierno federal y sus entidades en el tiempo, veríamos que su evolución en los últimos 6 años pasó de ser del 43% al 50% del PIB.
Sin duda, la gestión de las finanzas públicas será un elemento fundamental para el desempeño de la economía en los próximos años. Se deberá buscar reducir el déficit de manera simultánea con proyectos productivos.
Aunque es cierto que la deuda gubernamental ha incrementado, no ha sucedido en el mismo ritmo con el Producto Interno Bruto (PIB). Recordemos que este indicador muestra el valor de la producción de bienes y servicios durante un periodo. El crecimiento anual de este indicador de la economía fue de 2.3% en 2023, y recientemente la OCDE recortó las expectativas de crecimiento para este año, estimando un 1.4%, y para 2025 un 1.2%.
La perspectiva estable por parte de la calificadora puede ser tranquilizadora, pero no debe ser el principal enfoque para la conformidad. Aunado a su perspectiva, señaló que el deterioro institucional que podría llevar a reducir la calificación. Entre este deterioro se encontraría la autonomía e independencia de distintos organismos, así como la presión por sostener a Pemex.
Esto no solo se trata de la calificación, se trata de las repercusiones que puede tener en el futuro de la economía. México enfrentará desafíos económicos y políticos. La capacidad de la nueva gestión para administrar las finanzas públicas será decisiva en el progreso del país. Más allá de eso, lo será para determinar una estabilidad económica.