El pasado 1° de octubre tomó posesión la primera mujer presidenta en la historia de nuestro país, lo cual es algo que me llena de orgullo, ya que su llegada es un reflejo de la lucha de muchas mujeres por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Pero, además, la nueva Presidenta tiene una agenda laboral que continuará promoviendo los derechos de los y las trabajadoras; parte de esta agenda será seguir con los incrementos al salario mínimo, que como he explicado en varias ocasiones, beneficia mucho más a las mujeres trabajadoras y ha contribuido a la reducción de brechas salariales.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha declarado en varias ocasiones que la nueva meta para el salario mínimo hacia el final del sexenio será llegar a 2.5 canastas básicas. Esta cantidad no es arbitraria, sino más bien es una medida que tiene como objetivo que los y las trabajadoras de México tengan un salario digno y remunerador.
La canasta básica a la que se refiere la Presidenta es la Línea de Pobreza por Ingresos Urbana (LPIU) que calcula el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Esta línea incluye dos canastas, la alimentaria, que contiene alimentos básicos que consume una familia mexicana promedio (como maíz, arroz, carne de res, carne de pollo, leche, frutas, aceites, etc.) y la no alimentaria, que considera servicios básicos como educación, salud, transporte, vestido y calzado.
El valor de la LPIU, con datos de agosto de este año, es de 150.08 pesos diarios (4 mil 564.96 pesos mensuales). Si multiplicamos este valor por 2.5, el resultado y objetivo que tiene el gobierno para el salario mínimo es alcanzar los 375.20 pesos diarios (11 mil 412.40 pesos mensuales) para el final del sexenio. Esto es con precios de agosto de este año, faltaría ir ajustando estos valores por inflación, por lo que el valor final de la meta cambiará.
Pero ¿por qué se busca que sea 2.5 veces la canasta básica? Un primer objetivo que se planteó cuando se inició la Nueva Política de Salarios Mínimos en 2019 era que el salario mínimo fuera una medida suficiente, y aunque éste ha crecido alrededor de 113 por ciento en términos reales, ya descontando la inflación, actualmente el salario mínimo representa 1.68 veces la LPIU. En México, un hogar en promedio cuenta con dos personas trabajadoras que perciben ingresos y dos personas dependientes (el dato exacto es 3.4 personas integrantes, 1.5 personas trabajadoras y 1.8 personas dependientes en el hogar con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, ENOE). Esto puede tener muchas combinaciones, por ejemplo, que ambos padres tengan un trabajo y tengan dos hijos o hijas que dependen del ingreso de sus padres.
Por lo anterior, una primera meta que se ha planteado la Conasami es que el salario mínimo al menos sea dos veces la LPIU. Así, una persona trabajadora ganaría un salario suficiente para mantenerse a sí misma y a un dependiente económico por arriba de la LPIU (es decir, tendría acceso a las dos canastas básicas de alimentos y a la de educación, salud, etc.). Sin embargo, hay algunos detalles muy importantes en cuanto a la LPIU. Primero, que buscamos que el salario mínimo no solo sea una medida para apenas salir de la pobreza, sino que alcance para más. Segundo, que la LPIU no incluye el costo de la vivienda, que en algunas partes del país puede referirse como al pago de la renta y en otros al mantenimiento de una vivienda propia.
Es por eso por lo que el objetivo que tiene la Presidenta es llevar al salario mínimo más allá y que alcance 2.5 veces la LPIU. Según estimaciones de la Conasami, usando datos del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en promedio, 2.5 veces la LPIU alcanzaría para que una familia promedio pueda satisfacer las necesidades alimentarias y no alimentarias, además de tener suficiente para los gastos de vivienda. Recordemos que este salario mínimo sería suficiente en promedio, habrá lugares donde la vivienda es mucho más cara como la Ciudad de México, y en este caso se necesitarán otras medidas para compensar los costos, como las que recientemente ha tomado el gobierno de la CDMX para evitar el aumento del costo de las rentas.
Finalmente quiero comentar que el objetivo que tiene la nueva presidenta es muy ambicioso. Representará un gran avance para los y las trabajadoras de este país, para que alcancen un nivel digno de ingreso por su trabajo. Es importante notar que, si se cumple la meta, estaríamos alcanzando el salario más alto de la historia de México, recuperaríamos todo el poder adquisitivo que se perdió durante los años 80 y 90s. Estoy seguro de que tanto el sector empresarial como el sector obrero harán lo posible para llegar a acuerdos y alcanzar esta meta.