El 1o de octubre, los mexicanos vivimos un momento histórico en la vida democrática de nuestro país: fuimos testigos de la recepción, por primera vez, de la banda presidencial por una mujer. El evento estuvo colmado de simbolismos. Quizá el más significativo, que la entonces presidenta de la Cámara de Diputados y reconocida luchadora social, Ifigenia Martínez, entregara la banda. Lamento su fallecimiento y reconozco sus aportes a nuestra democracia.
Para sorpresa de muchos, la figura principal del movimiento político que hoy gobierna en gran parte del territorio nacional, Andrés Manuel López Obrador, entregó ese poder casi absoluto, contra las apuestas de quienes, al inicio de su sexenio, pensábamos que no lo haría.
¿Qué es lo que significa esta transición de poder para los ciudadanos? Es una pregunta que deberá responder la nueva presidenta, particularmente para quienes no nos sentimos identificados con el llamado Segundo piso de la Cuarta Transformación.
Nuestro sistema democrático se ha mostrado sólido en las últimas décadas: nos permite renovar la presidencia cada seis años en un proceso que supone esperanza de cambio, de mejoras institucionales, de procesos de mejor gobernanza, de cambio o ajuste de rumbo. A pesar de ello, hay un sentimiento de desánimo en varios sectores de la población. Uno de los retos de la nueva presidenta será cerrar las brechas que López Obrador abrió entre los distintos grupos de la sociedad mexicana.
Algo que se habla poco de las democracias es que los resultados no siempre van a satisfacer a todos. Eso implica, para quienes discrepamos con las perspectivas del gobierno pasado y actual, que debemos adaptarnos a la visión que se tendrá del país en el que vivimos, seguir trabajando y construir desde nuestros pequeños espacios el futuro que queremos para nuestros seres queridos, para nuestros hijos, que son los que vivirán ese México del futuro.
Hoy en día todos tenemos muy claro el modelo y la ideología que regirán los próximos seis años. Algo que es muy cierto es que todos los cambios que se están viviendo en el entorno económico, político y social, nunca fueron un secreto por parte del expresidente AMLO; siempre fue muy claro en los objetivos que buscaba y eso fue respaldado por la mayoría de los mexicanos que votaron en el 2018 y que ahora, en el 2024, le dieron un control predominante del territorio, empezando por los gobiernos municipales, estatales, congresos locales y en las cámaras de Diputados y Senadores.
¿Con qué México comienza Claudia Sheinbaum su sexenio? Podemos considerar algunos datos al cierre del sexenio de López Obrador.
Si hablamos de deuda pública, la Secretaría de Hacienda informó que la deuda pública neta de México alcanzó 47.6 por ciento del PIB en la primera mitad de 2024, sobre el 46.8 por ciento de final de 2023, (819.225,5 millones de dólares) en el primer semestre del año, en comparación con en 2018 que fue de 655.810 millones de dólares.
Según el INEGI, la inflación se ubicó en 4.66 por ciento anual durante la primera quincena de septiembre de 2024. Según Banxico, fue de 4.99 por ciento terminando agosto.
En el primer trimestre de 2024, la IED en México fue de 20 mil 313 millones de dólares, un 9 por ciento más que el mismo periodo de 2023, aún muy por debajo de los 31 mil 604 millones de dólares del 2018.
Con esas cifras también surge la pregunta para nuestro primer Debate Puntual del nuevo sexenio: ¿qué le espera a México con el nuevo gobierno?
Mi pronóstico es que no veremos cambios en el contexto de desarrollo económico; seguiremos viendo el fomento a políticas públicas asistencialistas y subsidios, que tristemente no promueven un México competitivo. Creo que veremos un país más proteccionista, probablemente con más estatización, y en términos de recaudación fiscal cada vez más estricto, partiendo de que las pequeñas y medianas empresas son las que concentran el mayor número de recaudo y son sujetos de mucha presión, sin que haya un incremento de la base de ciudadanos que pagan impuestos.
Como muchos nos equivocamos con nuestras apuestas sobre la permanencia de AMLO en el poder, espero equivocarme con estas predicciones. Deseo que las decisiones de la doctora Claudia Sheinbaum nos permitan, desde este inicio de gobierno, alimentar la esperanza y la confianza para todos los sectores sociales, no solo para aquellos beneficiarios de los programas sociales. Sobre todo, deseo que la ciudadanía se una y participe dentro de esta democracia que nos pertenece a todos, porque nuestras ilusiones no deben depender de un gobierno o un movimiento político: los mexicanos somos los responsables de nuestro futuro.