Si ocurre el milagro de los 43, si la oposición resiste y el corazón del plan C naufraga, ¿por dónde tendría que comenzar la Suprema Corte para atender la demanda generalizada de que urge una reforma judicial?
La daga mediática que tiene contra la pared al Poder Judicial es una invención. Por años López Obrador ha acusado a la alta burocracia del PJ de ganar más de medio millón de pesos (incluso 700 mil) mensuales. El garlito funcionó y quitarse tal estigma es prioritario.
Mas lo que no es una invención es que tienen ingresos y prestaciones exhorbitantes en un país con decenas de millones en la miseria. Ese esquema no lo inventó la ministra Norma Piña, ni justifica el ímpetu morenista por erradicar al poder que desafió los deseos de Palacio.
El caso es que hoy el Senado confirmará una de dos realidades: el oficialismo logra los 86 votos necesarios para consumar la tarascada o, segunda, la desacreditada oposición resiste y la reforma judicial de AMLO muere en el segundo round.
Por desgracia, no hay un tercer escenario, ése donde dado que todos, incluso la Corte y la judicatura, han terminado por coincidir en que es necesaria e impostergable una reforma judicial, inicia una gran negociación, seria y multipartidista, al respecto. No se vale soñar.
Volviendo entonces al resultado menos probable de la opción binaria del Senado: en caso de que la oposición le regale una vida extra con los 43 votos que impedirían el triunfo de Andrés Manuel, qué tendría que salir a anunciar este miércoles el Poder Judicial.
Lo que deberían informar de inmediato es la decisión de cuanto antes bajar salarios a ministros, magistrados y jueces, y de personal adscrito que esté por encima del ingreso de quien ostenta la titularidad del Poder Ejecutivo. Y, por supuesto, revisar y cancelar prestaciones.
No es demagogia. La gente cree que ganan demasiado; sí, sus más de 200 mil pesos mensuales más prestaciones son hoy demasiado, y lo eran desde 2018, cuando en las urnas se premió una oferta de austeridad refrendada en 2024.
Que con eso no se resuelve la impunidad. Obvio. Que para nada pesa en lo que se requiere de dinero para crear, depurar, capacitar, vigorizar fiscalías. Obvio. ¿Que hay derechos adquiridos y resistencias internas a enfrentar? Qué esperaban, ¿ganar de todas todas?
¿Que para nadie es un secreto que la comparación de sueldos entre el Presidente y ministros es falaz si se suman las prestaciones de AMLO? Corazones, él no está en un problemón, ustedes sí, y siguen sin quererse dar cuenta, pues en los dos documentos del domingo, presentados tar-dí-si-mo con bombo y platillo como su contrapropuesta, no viene ni una vez la palabra austeridad.
Sí, es mentira que todos los jueces sean corruptos o producto del nepotismo o influyentismo. Pero ya que se metieron al ring de la política, les toca mover ficha y presentar un ajuste del tabulador salarial y prestaciones. Poner de su bolsa, pues.
Se trataría de un recurso para intentar –no hay garantía de que ya sea demasiado tarde– quitarse algo del desprestigio acumulado por distintas razones. Sería también una forma de decirle a Morena que no los mueve el dinero.
Ese partido reformó la iniciativa aprobada para ofrecer liquidación de ley a quien pierda el puesto, y ninguna traba, salvo en su circunscripción, para seguir ejerciendo. ¿El PJ cree que Claudia tendrá dinero para liquidaciones? Hmmm. Más les vale cooperar.
Esas liquidaciones eran para aplacarlos. Ofrezcan ustedes el recorte, mientras puedan. Que todos vean que no era por dinero la resistencia.