En la transición del salinismo al zedillismo, antes de la explosión cultural y artística oaxaqueña, Édgar San Juan se estrenó como el escritor de los discursos del gobernador Diódoro Carrasco. Pero ese entorno no era el suyo, así que rápidamente cambió de planes. Hasta entonces, le había parecido que podía combinar su carrera de politólogo del ITAM con un hobby que lo apasionaba –como era el cine –, pero dejó de lado el deber ser y se inclinó por completo por el querer hacer. Regresó a la Ciudad de México y se inscribió en el Centro de Capacitación Cinematográfica.
“No lo hice antes porque en los noventa estudiar cine significaba morirte de hambre. El panorama era incierto y complicado, y hacer cine era algo lejano, si no imposible”.
San Juan se desempeñaba como investigador en la Cineteca y escribía crítica. Continuó sus estudios en la Escuela de Artes Cinematográficos de Cataluña, donde cursó una maestría. En Barcelona filmó su primer cortometraje, Una bala, producido por Pablo Cruz, con quien trabajó después en The Lift, su casa de publicidad. El corto fue muy premiado.
Se separó de Cruz para fundar su propia productora. Luego escribió su primera película, Norteado. La presentó en San Sebastián, y también fue multipremiada. La siguiente película que coprodujo fue La nana, una coproducción con Chile que ganó en el Festival de Sundance, sobre una trabajadora doméstica que laboraba en una casa de clase alta en Santiago, enraizada en la familia, que fue dejada de lado. “Creo que es un antecedente de Roma y del papel de Yalitza (Aparicio)”.
La sirga, realizada con fondos franceses y colombianos, se estrenó en Cannes y tuvo gran éxito, a diferencia de Los ausentes, dirigida por Nicolás Pereda. “Teníamos todos los recursos para hacer una película hermosísima. La estrenamos en Locarno (un importante festival en Suiza), pero entendí que un film tan arty es visto por una cantidad muy reducida de personas; se convirtió en una película de nicho”.
“Los ausentes tuvo inversión de Ficine, de Cinema Dumont, del Fondo de Coproducción Español; tuvimos recursos de los tres fondos más importantes del mundo y lo hicimos mal. Fue frustrante. Fue un fracaso horrible”, confía.
Tras ese decepcionante resultado, San Juan decidió producir películas que alcanzaran a una audiencia mayor. En un seminario de guion en República Dominicana conoció a un joven guionista local que le ofreció el argumento para un film de terror. San Juan lo compró y desarrolló y produjo Mal de ojo, dirigida por Isaac Ezban, que se convirtió en un éxito de taquilla. Fue la tercera película más taquillera de 2022.
Justo después, Édgar San Juan compró los derechos de Casi el paraíso. El autor de la novela, Luis Spota, se había negado a venderlos, pero el cineasta convenció a la viuda de Spota, Elda Peralta, una gran actriz de la Época de Oro del cine mexicano. Al principio se resistió, “pero La nana le gustó muchísimo y le gustó mi propuesta de adaptación del guion. Tuvimos muy buena química”.
De entrada, la película iba a ser una colaboración entre San Juan y Gary Alazraki, que habían colaborado antes en otros proyectos. “Nosotros los nobles fue el cambio de paradigma del cine mexicano comercial. Un fenómeno. Y Gary podía hacer algo glorioso con su humor y su crítica”.
El plan original era realizar una película de época. La desarrollaron con Twenty Century Fox, hicieron el casting en Roma, San Juan adaptó el guion… El proyecto caminaba, pero Alejandra Frausto, recién nombrada secretaria de Cultura de López Obrador, lo invitó a la subsecretaría: “Pensé que venía un cambio interesantísimo y quise ser parte de él”. San Juan estacionó sus proyectos y contrató a otro productor para Casi el paraíso. Gary Alazraki abandonó el proyecto y se fue a Los Ángeles. “A los pocos meses, sufrí un grado abrumador de decepción. Había empezado en julio, durante la transición, y a finales de mayo presenté una renuncia que no me aceptaron sino hasta la tercera vez, con tres meses de diferencia”.
Roberto Sneider había aceptado dirigir Casi el paraíso, pero el proyecto empezó a multiplicar costos. Finalmente, San Juan dio el salto y decidió dirigirla: “Estaba totalmente acojonado. Es una película que fondos millonarios de Eficine y de Italia. Sentí mucha responsabilidad”.
En su calidad de guionista, director y productor, propuso “traerla” al siglo 21 para que el esquema financiero funcionara mejor. “Además, me molestaba que los personajes femeninos tenían una camisa de fuerza por el heteropatriarcado de los 50″. Por ejemplo, explica, “el personaje más importante de la novela, Frida von Becker, había sido dama de compañía, prostituta, y llegaba a México como amante de un general. Si la traía al siglo 21, los personajes femeninos podían florecer y tomar venganza en la adaptación. Así la narrativa fluyó mejor, fue más crítica y más cercana a las audiencias más jóvenes”.
Además, San Juan incorporó las redes sociales como un elemento que ayudó a la impostura del falso aristócrata italiano. “La impostura en los 50 era sencilla porque no se sabía qué estaba ocurriendo en Italia, pero gracias a las redes sociales es mucho más fácil ser un impostor. Puedes tener una vida miserable, colocarte frente a un yate o a un jet con una foto retocada o con inteligencia artificial. Ese elemento se volvió muy divertido, muy pop”.
Casi el paraíso es la apuesta de Édgar San Juan para la película más taquillera del año en México:
“Es muy triste que antes de la pandemia, el cine mexicano tenía una cuota de mercado de 9.5% o 10% en cines mexicanos. El 80 % eran producciones de Estados Unidos y el otro 10% cine mundial. En 2023, el cine mexicano representó 3.5% de la taquilla mexicana. Es culpa de los creadores que quizás no estamos ofreciendo contenidos que emocionen a la audiencia. México es una potencia cinematográfica en consumo de cine y también en creación, pero no estamos conectando con la gente. Espero que esta película lo haga y además aspiro a que haya una cadena de valor; Eficine nos dio recursos para producir esta película y quiero regresar a las arcas públicas el dinero que invirtió en ella”.