Eran las 3 de la mañana del lunes y el capitán Karsten Börner y su tripulación ya estaban despiertos, preparándose para una tormenta eléctrica que se aproximaba justo frente a la costa siciliana.
Atracado detrás de su goleta había un yate de lujo en el que viajaban el magnate tecnológico Mike Lynch y un grupo de amigos, familia y asesores. Construido para resistir huracanes, el Bayesian tenía 56 metros de eslora y un valor estimado de 30 millones de euros, lo que lo convertía en una de las embarcaciones de alta gama más resistentes.
Entre las 4:00 y las 4:30 de la madrugada se desató el temporal. Börner y su tripulación hicieron un gran esfuerzo para mantener su barco, el Sir Robert Baden Powell, en posición vertical. A pesar de estar anclado, tuvo que poner el motor a toda potencia para mantenerlo estable. Se produjo una violenta ráfaga de viento y una fuerte lluvia, lo que Börner supuso que era un tornado.
De repente, el Bayesian “desapareció”, dijo Börner. Al principio, él y su tripulación se preguntaron si el yate simplemente se había ido. El primer oficial de Börner insistió en que se había hundido. “Dije que eso no tenía sentido. Es un barco tan grande. No lo puedo creer”.
Tres días después, buzos italianos seguían luchando en el interior de los restos del Bayesian, a unos 50 metros de profundidad. De las 22 personas que iban a bordo, se confirmó la muerte de una y seis seguían desaparecidas, entre ellas Lynch, su hija de 18 años y el presidente de Morgan Stanley International, Jonathan Bloomer.
El Bayesian había estado navegando frente a la costa norte de Sicilia antes de atracar frente al puerto de Porticello, un pequeño pueblo pesquero al este de Palermo.
El viaje debía ser una celebración, unas vacaciones familiares para poner punto final a un período tórrido para Lynch. Solo unos meses antes del desastre, Lynch —de 59 años— se enfrentaba a una posible condena de hasta 25 años en una prisión estadounidense.
El empresario había estado luchando contra las acusaciones de haber engañado a Hewlett Packard para que pagara en exceso por su empresa de software Autonomy. En junio, un jurado de San Francisco lo declaró inocente. Lynch seguía en pugna contra el gigante de Silicon Valley, en un caso civil en Londres, pero sentía que le habían dado una “segunda vida”.
La mañana que naufragó el Bayesian, el pescador local Fabio Cefalù se había aventurado mar adentro. Pero decidió dar la vuelta y regresar a puerto. El mar estaba demasiado agitado. Media hora más tarde, la tormenta se abatió sobre Porticello.
“Todo el pueblo estaba patas arriba, todas las mesas y restaurantes estaban patas arriba”, cuenta Giuseppe Cefalù, hermano de Fabio que se había quedado en tierra. “Un contenedor de basura fue empujado al centro de la calle”. El suceso extremo duró entre 10 y 12 minutos, dijeron.
Sobre las 4:20 de la madrugada, el Bayesian lanzó una bengala, dijo Fabio. El yate tardó unos 60 segundos en hundirse, según lo que él vio y las imágenes de una cámara de seguridad. Los pescadores de Porticello iniciaron un intento de rescate de tres horas a instancias de las autoridades portuarias unos 20 minutos después, añadió Cefalù. Encontraron colchones, muebles de barco y lo que creen que es uno de los cuatro componentes del radar del barco.
Al lado de donde se hundió el Bayesian, Börner vio primero restos de piezas del barco y luego una luz intermitente que les condujo a una balsa salvavidas. En ella viajaban 15 personas, entre ellas un bebé. Cuatro de ellas estaban heridas.
La tripulación de Börner llevó a los rescatados a su barco y les dio ropa seca y toallas, té, café y algo de comida. Ya había salido el sol cuando llegaron los guardacostas locales para recuperar a los heridos. La esposa de Lynch, Angela Bacares, no quería ir, dijo Börner. Supuso que seguía en estado de shock. “Se quedó en el barco”.
El yate, construido por el astillero italiano Perini Navi, fue terminado en 2008 y renovado por última vez en 2020. Según su folleto, tenía el segundo mástil de vela más alto del mundo, con 72 metros de altura. Los invitados dormían en camarotes de lujo agrupados alrededor del centro del yate. Era capaz de navegar grandes distancias, con una autonomía de hasta 3 mil 600 millas náuticas.
La Fiscalía de Sicilia abrió una investigación sobre el naufragio. Las autoridades examinarán si se levantó la quilla, lo que haría que el barco fuera más susceptible de inclinarse, antes de que se inundara de agua, dijo una persona familiarizada con el asunto. Los fiscales declinaron hacer comentarios.
“Una quilla habría evitado parte de la inclinación, ya que su peso está diseñado para poner el barco en posición vertical”, dijo Jae Jones, quien fue inspector principal de la Autoridad de Investigación de Accidentes Marítimos del Reino Unido (MAIB). “También actúa como freno y reduce el balanceo incluso fondeado”.
Como el yate era de bandera británica, la MAIB envió cuatro inspectores a Sicilia para realizar una evaluación preliminar, según informó un portavoz del Departamento de Transporte. Llegaron al lugar de los hechos el lunes y han estado hablando con las autoridades locales y los equipos de los servicios de emergencia para determinar si es necesaria una investigación propia.
El fenómeno meteorológico que golpeó el barco se llama tromba marina. Suelen medir entre 2 y 3 metros de ancho y son frecuentes en Italia a finales de verano, impulsadas por las cálidas aguas del Mediterráneo. Jones la describió como “una masa arremolinada de viento y agua atravesando la cubierta”.
Italia experimenta más de 100 “eventos tornádicos” al año, dijo andrew Pedrini, meteorólogo de la empresa de pronósticos Atmospheric G2. Sin embargo, las trombas marinas en alta mar suelen pasar desapercibidas. En las zonas costeras, un viento feroz puede levantarse y luego amainar en cuestión de segundos sin apenas previo aviso, según el capitán de un superyate, que pidió que no se revelara su nombre al hablar de los trágicos sucesos.
Al comentar si la tragedia podía haberse previsto, Salvo Cocina, jefe de la Agencia de Protección Civil de Sicilia, dijo que solo se podía predecir el nivel de probabilidad. Era imposible calcular cuándo y dónde se produciría un fenómeno meteorológico semejante. El calentamiento de los mares ha aumentado la gravedad de estos fenómenos, añadió Cocina.
Por ahora, los intentos de rescate continúan en Porticello. Los medios locales informaron el miércoles que pequeños equipos de buzos han podido acceder a secciones interiores del barco.
A Börner, el capitán de la goleta, le preocupaba que una parte del Bayesian estuviera abierta, lo que podría haber explicado cómo pudo hundirse tan rápidamente. Fue una de sus primeras preguntas a uno de los tripulantes rescatados. “Dijo que estaba cerrada”, explica Börner. “Él mismo estaba realmente sorprendido de que se hubiera hundido tan rápido”.