Las reformas laborales vividas en los últimos seis años no tienen precedente: no sólo se implementó un nuevo modelo de justicia laboral, sino que también se fortaleció la democracia y transparencia sindical, se sentaron las bases para la auténtica negociación colectiva, se prohibió el outsourcing de personal, se reguló el teletrabajo e incrementaron los días de vacaciones.
La expectativa del nuevo gobierno es dar continuidad a la política laboral que tiene como eje fundamental el trabajo decente, considerando que éste es uno de los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda 2030 de las Naciones Unidas. ¿Pero qué es el trabajo decente? El término se incorporó en el artículo 2 de la Ley Federal del Trabajo mediante reforma del 30 de noviembre de 2012.
Se define como aquél en el que se respeta plenamente la dignidad humana del trabajador; no existe discriminación, se tiene acceso a la seguridad social y se percibe un salario remunerador; se recibe capacitación continua y se cuenta con condiciones óptimas de seguridad e higiene. Incluye también el respeto a los derechos colectivos de los trabajadores, tales como libertad de asociación, derecho de huelga y de contratación colectiva.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo, no es decente el trabajo que se realiza sin respeto a los principios y derechos laborales fundamentales internacionalmente reconocidos, mismos que retoma el TMEC en su capítulo 23. Dichos derechos consisten en libertad de asociación y negociación colectiva; eliminación de trabajo forzoso; abolición del trabajo infantil; eliminación de discriminación en materia de empleo, y condiciones aceptables de trabajo respecto de salario mínimo, horas de trabajo y seguridad y salud ocupacional.
Al estar inmersos en los desafíos sindicales que trajo consigo el TMEC, muchos hemos pasado por alto que el trabajo decente comprende también condiciones de seguridad y salud, así como horas de trabajo y tiempo de descanso.
Recordemos que durante 2023 se discutió ampliamente la iniciativa para reducir la jornada de trabajo a cuarenta horas semanales, la cual está pendiente de aprobación. Si bien la presidenta electa ha mencionado que dicha reforma no es prioritaria, la nueva legislatura podrá retomarla en cualquier momento, sobre todo si se considera que México sigue siendo uno de los países en donde se trabaja más y se descansa menos, según datos de la OECD.
Bajo ese mismo razonamiento fue que se aprobó la reforma sobre vacaciones dignas, la cual entró en vigor el 1° de enero de 2023. Justamente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró hace algunos días la constitucionalidad de dicha reforma, protegiendo el derecho de las personas trabajadoras al descanso.
Adicionalmente, en junio pasado se reformó la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas, estableciendo que se considerará explotación laboral cuando se someta a las personas trabajadoras a jornadas por encima de lo estipulado en la ley. Independientemente de la interpretación que se otorgue a dicha disposición, es innegable la tendencia a regular más estrictamente el tiempo de trabajo y evitar que se laboren jornadas inhumanas y notoriamente excesivas.
Por otro lado, en diciembre de 2023 entró en vigor la nueva tabla de enfermedades laborales que incorpora padecimientos como el estrés grave y los trastornos de ansiedad derivados de la existencia de factores de riesgo psicosocial en el trabajo, en estrecha relación con la NOM-035-STPS-2018.
Ahora bien, existen varias iniciativas pendientes de aprobación en el Congreso sobre establecimiento de cuotas de contratación para incorporar a mujeres, personas con discapacidad, adultos mayores y migrantes al empleo formal, lo cual constituye una de las metas del trabajo decente: la no discriminación y la inclusión social.
De igual forma tenemos iniciativas que buscan extender las licencias de paternidad, maternidad y lactancia, promoviendo de esta forma la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres y la corresponsabilidad parental.
¿Qué tienen en común las citadas reformas e iniciativas? Todas tienen como piedra angular el trabajo decente, buscando mejorar la calidad de vida de las personas trabajadoras en cuanto a su salud y bienestar integral, más allá de meros incrementos salariales por encima de la inflación.
Jornadas, descansos, vacaciones, riesgos psicosociales, enfermedades laborales, seguridad social, equidad, inclusión y no discriminación, son todos eslabones de una misma cadena que es el trabajo decente.
Por ello, toca a los empleadores desarrollar un plan de acción para incorporar el trabajo decente como eje central de su paquete de prestaciones y punto de partida en las revisiones contractuales colectivas, incluyendo licencias extendidas y trabajo flexible, que permitan a los trabajadores lograr el balance entre la vida laboral y personal. Esto es indispensable para atraer y retener talento, así como para incrementar el sentido de pertenencia y fidelidad a la empresa, mejorando su reputación.