El proceso electoral en Guadalajara se ha convertido en un escenario de tensión y conflicto. Las elecciones del 2 de junio de 2024, que en principio deberían haber concluido con la entrega de la constancia de mayoría a Verónica Delgadillo, han escalado en una batalla política que parece no tener fin. Y aquí estamos los ciudadanos, observando cómo se prolonga una disputa que amenaza con desgastar aún más la confianza en nuestras instituciones democráticas.
La pregunta que muchos nos hacemos es simple: ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo durará este tira y afloja que parece más un juego de poder que un verdadero interés por el bienestar de la ciudad? Mientras tanto, la vida en Guadalajara continúa, pero con un sabor amargo de incertidumbre que no parece tener un final claro.
Chema Martínez, candidato de Morena, ha impugnado los resultados y sigue insistiendo en la anulación de las elecciones, argumentando supuestas irregularidades. Sin embargo, las instancias locales y estatales ya han confirmado el triunfo de Verónica Delgadillo ¿Qué más se espera lograr? ¿Acaso no es suficiente que se haya revisado y ratificado el proceso en múltiples ocasiones? La duda que surge es si estas impugnaciones realmente responden a un deseo de justicia o a una estrategia para prolongar la polarización.
Y mientras se busca repetir las elecciones en Guadalajara, uno no puede evitar preguntarse: ¿qué es lo que se construye con este tipo de acciones? Es difícil no notar las inconsistencias en el discurso de quienes desacreditan las instituciones cuando no les favorecen, pero las avalan sin cuestionamientos cuando los resultados son favorables. Esta dualidad no solo genera confusión, sino que también contribuye a una creciente desconfianza hacia todos los actores políticos.
En medio de todo esto, los ciudadanos han demostrado ser más conscientes de lo que muchos políticos creen. Los resultados electorales no se limitaron a la elección municipal; en las diputaciones federales, senadurías, y diputaciones locales, se observó un voto diferenciado. Esto es prueba de una sociedad informada, que analiza y decide con base en las propuestas y no solo en las siglas partidistas.
Es evidente que la ciudadanía ha dejado claro su mensaje: queremos un gobierno que trabaje, que construya y que mire hacia adelante. No estamos interesados en ser rehenes de disputas interminables que no nos llevan a ninguna parte. La política, en su esencia más pura, debería ser una herramienta para resolver problemas, no para crearlos.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) será quien tenga la última palabra en este proceso, y se espera que lo haga antes del 30 de septiembre de 2024, fecha en la que el nuevo gobierno municipal debería asumir el poder. Pero más allá de lo que decida el tribunal, lo que realmente necesitamos como ciudadanos es que, una vez concluido este proceso, se trabaje en unir a la ciudad y en resolver los problemas que realmente nos afectan.
Construir una Guadalajara mejor requiere de una política responsable, de actores que entiendan que la democracia no se trata de ganar a cualquier costo, sino de respetar la voluntad popular y trabajar en beneficio de todos. Es hora de que las disputas queden atrás y que todos—políticos y ciudadanos—miremos hacia adelante con la intención de construir, no de destruir.
En este punto, la ciudadanía ya no pide más procesos legales, ya no quiere más confrontaciones. Lo que queremos es que se pase la página, que se acepte la decisión de los votantes, y que se comience a trabajar por el bienestar de Guadalajara. Al final del día, la ciudad nos pertenece a todos, y es nuestra responsabilidad exigir que quienes la gobiernen lo hagan pensando en el bien común y no en intereses personales o partidistas.
En conclusión, el proceso electoral en Guadalajara debe servir como un momento de reflexión para todos los actores políticos. La dualidad y las inconsistencias en los discursos solo han contribuido a la polarización y al desgaste de la confianza en las instituciones. Pero nosotros, como ciudadanos, debemos mantenernos firmes en nuestra demanda: queremos que las elecciones terminen de una vez por todas, que se respete la decisión tomada en las urnas y que comience una nueva etapa de construcción para Guadalajara.
Este es el mensaje que debemos enviar, alto y claro: no más disputas, no más destrucción. Es tiempo de avanzar, es tiempo de construir.