La semana pasada, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, y la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, tuvieron una reunión para revisar el Paquete Económico de 2025.
De ese encuentro resultaron algunas conclusiones interesantes.
1-Se reiteró que no habrá reforma fiscal para 2025 y los ajustes impositivos serán simplemente para mantener la recaudación en términos reales, es decir, se ajustarán derechos y otros cobros en términos de la inflación.
2-Se mantiene la meta de lograr un déficit público de 3 por ciento del PIB para el próximo año.
3-Se planea que haya alrededor de 300 mil millones de pesos para nuevos programas, así como para inversiones en los nuevos proyectos de infraestructura, como los trenes.
No podremos conocer los detalles del paquete económico sino hasta mes y medio después de que tome posesión el nuevo gobierno.
El plazo legal para su entrega al Congreso en este año es el 15 de noviembre, y el plazo para su aprobación es al término del periodo ordinario de sesiones, el 15 de diciembre.
Con los elementos que se han dado a conocer hasta ahora, entre diversos expertos hay interés de conocer el detalle de las cuentas para el 2025, ya que se ve difícil lograr las metas propuestas sin incurrir en un mayor déficit o tener que hacer recortes más notables al gasto público.
De entrada, ante la perspectiva de un menor crecimiento de la economía para este año, y con la expectativa de que se mantuviera el déficit previsto en términos nominales, tendríamos un déficit público mayor, que en su perspectiva más amplia (requerimientos financieros del sector público) podría estar en más del 6 por ciento del PIB en 2024.
Para 2025, y también con el horizonte de un menor crecimiento económico, el recorte nominal del déficit tendría que ser mayor, si se quiere alcanzar el 3 por ciento del PIB.
La otra posibilidad es que el recorte al gasto público sea mayor que el hasta ahora previsto.
En los Precriterios de Política Económica para 2025, entregados por la Secretaría de Hacienda al Congreso el pasado mes de abril, se anticipa para 2025 una caída en el gasto programable de 12.1 por ciento en términos reales.
En pesos, esto significa un ajuste de 580 mil millones de pesos.
La lógica diría que el Paquete que se entregará el 15 de noviembre seguramente va a contener una mezcla de mayor déficit que el previsto hasta ahora y quizás un recorte menos drástico del gasto público, con objeto de que el impacto recesivo sea más suave.
Igualmente, aunque no se vayan a crear más impuestos, probablemente las estimaciones de recaudación vayan a ser superiores a las previstas.
En los Precriterios se estima un crecimiento de 3 por ciento en términos reales en los ingresos tributarios para el próximo año, lo que en términos nominales significa 345 mil millones de pesos más.
Seguramente el gobierno apostará a un efecto aún mayor de los procesos de fiscalización.
Otro ingrediente que podría ser ajustado es la inversión pública.
La estimación actual de la inversión pública es del orden de 2.5 por ciento del PIB, lo que es equivalente a cerca de 900 mil millones de pesos. Para este año, la inversión programada es de alrededor de 1 billón 120 mil millones de pesos.
No es improbable que, para el primer año completo del sexenio, el ajuste tenga que ser superior para poder asegurar que el déficit se mantenga en niveles manejables.
Un elemento adicional que debe tomarse en cuenta es que hay una previsión de baja en los costos financieros de 3.6 por ciento en términos reales, bajo el supuesto de que la tasa nominal de los Cetes (como indicador de referencia) bajaría de un 10.3 por ciento en este año a 8.1 por ciento en promedio para 2025.
Dadas las condiciones de la inflación, se ve difícil alcanzar ese resultado, lo que implicaría costos financieros superiores a los previstos para el próximo año.
En suma, cuadrar las finanzas públicas será muy complejo en el curso del próximo año.
Veremos si en las próximas semanas hay signos más claros de lo que encontraremos en el Paquete Económico del 2025.