Nada está escrito en política. Las circunstancias y la realidad marcan las pautas, el ritmo y el compás del acompañamiento. En política todo es movimiento y el cambio, inexorable. Estamos ante una nueva realidad. Llega a su fin el gobierno de López Obrador y se inicia el de la Dra. Claudia Sheinbaum. Una nueva forma de gobierno será obligada por las exigencias, tanto del entorno nacional como del internacional.
El primero de octubre se espera el advenimiento de un nuevo despertar político en el país. Ya se percibe y se olfatea desde las azoteas del poder. La presidenta marcará su estilo de gobierno y le imprimirá el sello de su carácter, determinación y temperamento. Con la banda se trasmite el poder. Es la asunción de otra etapa de gobierno. Muerto el rey, viva la reina. Cultura sempiterna y símbolo político de las y los mexicanos.
A la presidenta Sheinbaum le toca un país en tránsito a estadios superiores. Están dadas las condiciones para consolidar y sentar las bases de un promisorio futuro. Un México con posibilidades de realización humana.
El primero de octubre será el momento de llamar a la conciliación y construir un Acuerdo nacional para la convivencia política y económica en beneficio de México. Hacer propio lo que funcionó de este gobierno y planear las acciones y las nuevas políticas públicas que den respuesta, en tiempo y forma, a las exigencias nacionales e internacionales.
La presidenta no debe perder tiempo en escaramuzas estériles. Debe dar golpes de timón certeros y precisos. Anunciar determinaciones de gobierno que aclaren dudas y confusiones. Respetar el marco constitucional y restablecer el Estado de derecho. Pacificar al país.
Se antojan tiempos inéditos. Los partidos de oposición tendrán que reformarse o asumir su liquidación y los aliados de Morena, el Verde y el PT, deberán fortalecer un liderazgo que les permita mayor espacio de negociación política con su aliado como verdaderos socios y no como comparsas de segunda clase.
La alineación de las nuevas fuerzas políticas es una necesidad impuesta por la realidad contemporánea. Aflorarán otros actores en busca de poder y aparecerán otros frentes políticos en vista al proceso intermedio de 2027. Nada sorprendente y fuera de lo natural. Es la normalidad. Es el momento de llevar adelante, por consenso, una reforma política que modernice la vida democrática.
El nuevo gobierno debe darle cauce a ese torrente de inquietudes para evitar su desbordamiento. Es la oportunidad de reformar la forma de hacer política y fortalecer la democracia. No es una quimera pensar en tiempos mejores para México.