Los canes tuvieron un papel fundamental en la localización de estas variedades y su intervención podría ayudar a encontrar nuevos hongos, según una investigación de las universidades estadounidenses de Michigan y de Florida
Los perros entienden palabras aunque no las pronuncien sus dueños, según un estudio
La trufa suma dos nuevas especies gracias al olfato de Monza y Luca, dos perros que han sido capaces de localizar estas variedades con ayuda de investigadores de las universidades estadounidenses de Michigan y de Florida, según una investigación publicada en la revista especializada Mycologia.
Una de ellas es la Tuber canirevelatum, que significa “ trufa encontrada por perros”. Recibió su nombre en honor a los perros truferos y a Monza, que la descubrió con su entrenadora Lois Martin. La otra recibió el nombre de Tuber cumberlandense por la meseta de Cumberland, donde fue encontrada por Margaret Townsend y su perro trufero, Luca.
“Nuestros análisis muestran que cada una de ellas tiene compuestos aromáticos que se encuentran en algunas de las especies de trufas más valiosas”, señala el autor principal del estudio, Alassane Sow, que realizó un análisis de ADN para identificar las dos trufas y clasificarlas dentro de las variedades de este hongo tan cotizado.
Ambas se parecen a las conocidas trufas comestibles europeas Tuber macrosporum y Tuber aestivum, sostienen. Sin embargo, aseguran que se pueden hablar de nuevas variedades y destacan sobre todo la encontrada en Cumberland, que podría calificarse como nativa de América del Norte.
La intervención de canes es muy importante en estas situaciones, recuerdan los investigadores. “Este estudio demuestra que todavía hay trufas sin descubrir justo debajo de nuestras narices, por así decirlo, y que sin la ayuda de los perros (y sus increíbles narices) tal vez nunca las encontraríamos”, explica Benjamin Lemmond, miembro del laboratorio Smith en Florida.
Además, recuerdan que las trufas son unos de los hongos más misteriosos y atractivos del planeta. Se cotizan muy alto, viven bajo tierra y no son localizables a simple vista, pero son muy apreciadas dentro del mundo culinario, por el aroma único que proporcionan a los platos.
Los autores creen que aún quedan algunas trufas por localizar: “Sospechamos que aún quedan muchas especies de tubérculos autóctonos por descubrir y describir. Esta tarea se verá reforzada mediante la colaboración continua entre los micólogos, el público y los perros truferos adiestrados”.