La coalición intenta dejar atrás los problemas internos y las consecuencias del caso que originó la dimisión de su exportavoz para impulsar la agenda social dentro del Gobierno
Movimiento Sumar se convertirá en un partido clásico con dos personas al frente en lugar de Yolanda Díaz
2024 quedará tachado en los calendarios de los dirigentes que pusieron en marcha Sumar. El proyecto que Yolanda Díaz lanzó durante la legislatura pasada para recomponer la unidad de la izquierda ha sufrido una serie de varapalos en los últimos 12 meses que han puesto en duda su supervivencia. Desde los resultados de las elecciones autonómicas y europeas que provocaron la dimisión de la ministra de Trabajo como líder orgánica de la formación hasta la dimisión de Íñigo Errejón, el pasado octubre, por una serie de denuncias de acoso sexual.
Entre la alegría que recorría las caras de la mayoría de los dirigentes de la coalición tras las generales de 2023 y el vídeo con el que Yolanda Díaz anunciaba su dimisión como coordinadora general de Sumar tras las elecciones europeas apenas había pasado un año. Un recorrido vertiginoso que da cuenta de las dificultades que afronta el espacio a la izquierda del PSOE a pesar de mantener cinco ministerios en el Gobierno y una treintena de diputados en el Congreso.
Aquel 23J la coalición había puesto los pilares para consolidarse como la nueva alternativa de la izquierda transformadora con un resultado electoral que retrocedía con respecto al de Unidas Podemos cuatro años antes, pero que aguantaba y permitía revalidar la coalición progresista. La unidad forjada antes de esa cita fue, sin embargo, un fugaz espejismo y en enero de 2024 Sumar ya había sufrido la salida de Podemos y comenzaba a encajar las primeras consecuencias de esa ruptura con el voto en contra de los de Ione Belarra al decreto del subsidio de desempleo que Díaz buscaba aprobar en el primer pleno del año.
Hace ahora justo un año Sumar preparaba el ciclo electoral de 2024: gallegas, vascas y europeas, a las que después se sumaron las elecciones anticipadas en Catalunya. Y la coalición llegaba a esas citas condicionada.
En Galicia había tenido que recurrir a la entonces portavoz en el Congreso, Marta Lois, para encabezar la candidatura, que buscaba devolver a la izquierda no nacionalista al parlamento gallego. Podemos había votado concurrir en solitario y profundizar la ruptura con los de Yolanda Díaz. En Euskadi las posiciones de partida eran mejores pero estaba sobre el horizonte la negociación con el partido de Ione Belarra. Y en las europeas la coalición debía buscar una cabeza de lista para competir con Irene Montero, que acababa de lanzar su candidatura.
Un mes después, Lois no conseguiría los votos necesarios para entrar en el Parlamento de Galicia. En Euskadi apenas consiguió un representante, Jon Hernández, de IU, frente a los seis con los que contaba Elkarrekin Podemos en la pasada legislatura, y en las europeas se quedó con tres escaños, mientras que Montero consiguió dos para Podemos.
Las elecciones europeas y la negociación previa fueron un momento determinante para Sumar y la izquierda en general. La coalición, en paralelo a la carrera electoral de ese año, había iniciado su construcción orgánica con la ambición de crear una plataforma que integrara a los principales partidos de la izquierda. Pero las negociaciones para ese denominado frente amplio marchaban mal y las formaciones mostraban en público su malestar ante la ambición de sus dirigentes de dejarles un espacio minoritario en la dirección: un 30% de los puestos de mando.
En mitad de esas negociaciones los partidos de Sumar se sentaron a negociar los puestos de salida para las elecciones europeas. Las conversaciones fueron extremadamente tensas por una razón: había muchos partidos y pocos escaños a repartir (las previsiones más coherentes calculaban cuatro eurodiputados). Sumar pretendía encabezar la lista con Estrella Galán, una activista por los derechos de los inmigrantes que venía de presidir CEAR. Para el resto de puestos pugnaban los comuns, Compromís, Izquierda Unida y Más Madrid. La lista terminó dirimiéndose en ese orden, con IU tan enfadada que puso en suspenso su participación en la construcción orgánica del frente amplio hasta después de los comicios. El cuarto lugar peligraba y el partido temía quedarse fuera por primera vez del Parlamento Europeo, como terminó sucediendo.
Yolanda Díaz tomó entonces una decisión que sorprendió dentro y fuera de la formación. Dejó su cargo como coordinadora general de Sumar para centrarse en la acción de Gobierno, lo que de facto terminaba con el proyecto tal y como se había concebido inicialmente.
La salida de Díaz del liderazgo orgánico sumió a todo el espacio en un desconcierto del que todavía no termina de salir y dio alas a otros partidos para sacar la cabeza en mitad de la crisis. Entre otros, a IU, que acababa de salir de una disputa interna al elegir como nuevo coordinador a Antonio Maíllo. El dirigente andaluz ha sido muy crítico con las formas en las que se ha construido Sumar hasta ahora y desde hace meses reclama volver a tender puentes con Podemos. También ha propuesto un cambio de nombre para la coalición.
Aunque Díaz ha dejado la coordinación de Sumar su papel en la coalición y el partido es todavía incierto. Sigue acudiendo a las reuniones de la ejecutiva, su voz tiene un peso preponderante en las decisiones que se toman y mantiene el mando en la coalición dentro del Gobierno y en el Congreso.
Uno de los efectos que ha tenido su salida ha sido la reorganización de la coalición en la que el resto de partidos han pedido más peso. Sumar, de hecho, se ha reconvertido en Movimiento Sumar, un partido al uso que ya no aspira a integrar en su dirección al resto de fuerzas políticas de la alianza, algo que se concretará definitivamente en la asamblea de marzo.
Díaz ya había tratado de cambiar el rumbo orgánico de la formación y la relación con los partidos con un cambio en la ejecutiva que había funcionado hasta marzo. Propuso a Lara Hernández como secretaria de Organización y relevó a Lander Martínez que había desempeñado esas funciones hasta el momento aunque sin cargo oficial. También dio un paso al costado Josep Vendrell, quien había liderado las negociaciones con los partidos hasta ese momento, tanto para las citas electorales como para la construcción orgánica del frente amplio.
Las europeas cerraron un ciclo electoral que no se volverá a abrir hasta las andaluzas en 2026, eso si no hay adelantos hasta entonces. Por eso el verano sirvió para poner algo de sosiego al ruido interno que había dominado al espacio de la izquierda en los últimos años. Y la coalición aprovechó ese impás y la vuelta del verano para tratar de recuperar iniciativa política. Lo hizo con un acto de todos los partidos de Sumar para presentar sus propuestas de cara a la negociación de los Presupuestos Generales del Estado y armó una ofensiva política alrededor de la vivienda, al calor de las manifestaciones que se preparaban en las principales ciudades de España ante los precios imposibles de los alquileres.
Pero esa ofensiva que encabezaba Íñigo Errejón, portavoz parlamentario de Sumar tras la salida de Lois en enero, se vio truncada a las pocas semanas.
Unas denuncias anónimas de acoso sexual publicadas en la cuenta de Instagram de la periodista Cristina Fallarás generaron a finales de octubre un fuerte revuelo interno en la coalición. Aunque no nombraban a nadie en concreto –los textos hablaban de un conocido dirigente político– varias mujeres del grupo parlamentario interpretaron que se referían a Errejón. Tanto Más Madrid como Yolanda Díaz, según el relato que hicieron después, le preguntaron si esas historias se referían a él. El portavoz lo asumió y aceptó dimitir, aunque lo hizo en una carta en la que en lugar de hablar de las razones reales de su renuncia y pedir perdón a las víctimas culpó al neoliberalismo y a los ritmos de la política. Después de hacer pública la dimisión surgieron testimonios más graves y la actriz Elisa Mouliá presentó una denuncia ante la Justicia por abuso sexual que avanza en los juzgados.
El impacto mediático del caso quedó opacado a los pocos días por la DANA que asoló el litoral de la Comunitat Valenciana, pero el espacio sigue pagando las consecuencias, como reconocen los propios dirigentes de Sumar. Fue un misil a la credibilidad de las formaciones de izquierda en su lucha contra el machismo y una excusa perfecta para los partidos de la derecha y la extrema derecha para cargar contra ellas. Aunque en la coalición defienden también que la agilidad con la que se actuó y la determinación al exigir a Errejón responsabilidades han servido para rebotar esas críticas y para hacer ver a la sociedad que no todas las fuerzas políticas actúan igual cuando aparece un caso así entre sus filas. Sin ir más lejos, Carlos Flores, condenado por violencia machista contra su mujer, sigue siendo a día hoy diputado de Vox en el Congreso.
Sumar trató de cerrar la crisis con el nombramiento de Verónica Martínez como nueva portavoz parlamentaria, una persona de consenso dentro del grupo y que salió elegida por unanimidad de todas las fuerzas políticas que componen la coalición.
Yolanda Díaz, que trata de volver a recuperar el respaldo que consiguió durante la legislatura pasada al frente del Ministerio de Trabajo, se ha centrado en la gestión: ha cerrado un acuerdo con los sindicatos para la reducción de la jornada laboral, la medida estrella del programa electoral de Sumar, y ha activado los trabajos para una nueva subida del salario mínimo interprofesional.
El grupo parlamentario se ha reactivado a la espera de que se aprueben los nuevos Presupuestos si Junts y Podemos lo permiten. Y Sumar pretende dejar atrás un año terrible marcado por el ruido interno y la pelea electoral para pasar a hablar de las medidas progresistas del Gobierno y de su aportación para sacarlas adelante.
A medida que se acerquen las nuevas contiendas electorales la coalición tendrá que definir si mantiene el modelo actual y su nombre o empieza de nuevo y trata de alcanzar acuerdos más amplios para volver a tender la mano a Podemos. Y, si en ese esquema, la formación y los cuadros de Yolanda Díaz siguen siendo como hasta ahora quienes traccionan la alianza o se plantea un esquema más horizontal y con un peso más repartido entre las diferentes fuerzas políticas.