La reconocida monja brasilera Rosita Milesi, que recibió recientemente el galardón otorgado por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), lamenta que "muchos de los que promueven la xenofobia hoy son hijos, nietos o bisnietos de migrantes"
El número de desplazados forzosos en el mundo supera un nuevo récord y alcanza los 120 millones de personas
En plena preparación del hemisferio sur para enfrentar un “verano de extremos” y “un calor de récord”, la reconocida monja brasilera Rosita Milesi, recientemente galardonada con el Premio Nansen por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), alerta que “el calentamiento global y sus consecuencias ya generan más desplazamientos forzados que las guerras”.
Con 79 años, Milesi, conocida como Hermana Rosita, galardonada por su labor al frente del Instituto de Migración y Derechos Humanos (IMDH) que fundó en Brasilia en 1999 y que dirige desde entonces, destaca en una entrevista telefónica con elDiario.es que la situación es “especialmente preocupante” en América Latina, “con inundaciones sin precedentes y sequías prolongadas”.
Tras su paso por Chile, donde participó en un evento institucional para celebrar el 40º aniversario de la Declaración de Cartagena sobre los Refugiados, un modelo pionero de colaboración regional, Milesi subraya la necesidad de “prestar atención a los países de menos recursos y a los más vulnerables, como las mujeres, los niños y ancianos”. La religiosa, descendiente de italianos lleva casi cuatro décadas dedicadas a trabajar con la migración: “Se convirtió en la causa de mi vida”.
Había expectativa de un cambio de rumbo en Venezuela, pero al no confirmarse, el movimiento migratorio volvió con más fuerza
En plena escalada de la incertidumbre en Venezuela por la inminente investidura del futuro presidente, la Hermana Rosita recuerda que, pase lo que pase en el país caribeño a partir de enero, América Latina no podrá mirar hacia otro lado ante un posible aumento de migrantes y refugiados porque “su acogida es un imperativo legal, aunque –dice–los desplazamientos forzados de grandes poblaciones sobrecarguen los sistemas de apoyo y asistencia de los gobiernos”.
Anticipa que el movimiento migratorio “posiblemente se incrementará” después del 10 de enero, si quien sigue en el poder es Nicolás Maduro, en una réplica de lo ocurrido justo después de las elecciones de julio: “Había expectativa de un cambio de rumbo en Venezuela, pero al no confirmarse, el movimiento migratorio volvió con más fuerza”.
Según ACNUR, actualmente hay más de 730.000 personas con necesidad de protección internacional en Brasil, entre ellas 144.000 personas reconocidas como refugiadas, en su mayoría de Venezuela, seguidas de Cuba y Siria.
Sor Rosita, que ingresó con 19 años a la congregación de los Misioneros Scalabrinianos, fundada para ayudar a los migrantes italianos que llegaban a América a finales del siglo XIX, dice que las demandas de refugio y migración “son consecuencia de la falta de perspectivas en el país”, más que por “un presidente u otro”, aunque “ambos puntos están relacionados”. Tanto Maduro como el opositor Edmundo González Urrutia reivindican la victoria en los comicios. González Urrutia ha expresado su intención de acudir el 10 de enero a la sede de la Asamblea Nacional (Parlamento), controlada por el Gobierno, para prestar juramento del cargo.
Muchos de los que promueven la xenofobia son hijos o nietos de migrantes
Ante el auge de los discursos de odio contra la migración, que políticos y medios de comunicación a menudo relacionan con la delincuencia, la Hermana Rosita llamó a “la responsabilidad de los líderes políticos” para que dejen de “sembrar el odio” y se preguntó “quién asumirá la responsabilidad de sus consecuencias”. En su opinión, “muchos de los que promueven la xenofobia hoy son hijos, nietos o bisnietos de migrantes, personas que llegaron de diversas partes del mundo para rehacer sus vidas en el ‘Nuevo Mundo’”.
La monja cree que la mejor receta para combatir esos discursos es la educación: “A través de ella, niños, adolescentes y jóvenes pueden construir comunidades interculturales que valoren la alteridad y la contribución de quienes llegan al país, aunque sin pertenencias, pero con sus potencialidades y talentos”.
Sobre las relaciones entre gobiernos y organizaciones defensoras de derechos humanos y de la migración y el refugio, cree que “existe una dificultad de los Estados en aceptar la presencia en el terreno y a colaborar” con estas entidades. “Siempre que podemos insistimos a los Estados que nos acojan como aliados, no como enemigos”, dice tras ser preguntada por los sucesivos ataques que Israel ha perpetrado contra la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) en Gaza.
Ante toda crisis repentina, la respuesta de la autoridad es el cierre
Reconocida por su trabajo en la Ley de Refugiados de Brasil de 1996, que logró ampliar la definición de refugiado de acuerdo con la Declaración de Cartagena, y en la Ley de Migración de 2017, no le sorprende la primera reacción de varios países europeos ante la huida de Bashar al Asad de Siria de suspender la tramitación de las solicitudes de asilo de ciudadanos de ese país: “En toda situación de crisis repentina, la respuesta habitual de las autoridades es la negación, el cierre”.
Para ella “la pregunta no debería ser ‘¿cuántas personas están pidiendo asilo?’, sino más bien ‘¿cuántas personas necesitan asilo y cuáles serían las consecuencias de no acogerlas desde un punto de vista humanitario?’”.
El pueblo que hoy acoge, en algún momento ya fue acogido o puede que necesite acogida en el futuro.
Crítica con la falta de “dimensión histórica de los Estados”, reflexiona que “prácticamente todos los países, en algún momento de la historia, han generado presión humanitaria sobre otros, ya sea por guerras o por tragedias naturales”. La galardonada, que dice que recibir el Premio Nansen “es un honor”, concluye que la migración “es un movimiento cíclico” y que “el pueblo que hoy acoge, en algún momento ya fue acogido o puede que necesite acogida en el futuro”.
