Kavelashvili se ha convertido en el primer presidente del país elegido no por voto universal, sino por un colegio electoral de 300 miembros sin representación de las formaciones opositoras
El Gobierno de Georgia miente sobre sus apoyos dentro de la UE ante su deriva autoritaria... y España, Rumanía e Italia se lo recuerdan
El exfutbolista y diputado Mijaíl Kavelashvili, de 53 años, ha sido investido este domingo presidente de Georgia en una ceremonia en la sede del Parlamento. El Gobierno saliente niega su legitimidad en una vuelta de tuerca de la crisis que amenaza con una nueva ola de protestas en el país.
Kavelashvili se ha convertido hoy en el primero de los seis presidentes del país elegido no por voto universal, sino por un colegio electoral de 300 miembros, en el que los representantes de la formaciones opositoras no participaron por considerar viciado el procedimiento. “Juro ante el pueblo y Dios defender la Constitución, la independencia y la unidad del país”, ha pronunciado Kavelashvili en una ceremonia sin invitados extranjeros.
Poco antes de la investidura, la hasta ahora presidenta europeísta Salomé Zurabishvili abandonaba la residencia presidencial y declaraba ante cientos de sus partidarios que ella sigue siendo la “única presidenta legítima de Georgia”. “Nada ha cambiado, esté yo o no en la residencia. Esta residencia presidencial era un símbolo mientras había en ella un presidente legítimo”, ha dicho Zurabishvili, que ha calificado de “parodia” la investidura de Kavelashvili.
Zurabishvili ha acusado a Sueño Georgiano, la formación gobernante, de falsificar los resultados de las elecciones parlamentarias de octubre pasado, lo que sumió el país en una crisis de la que solo se puede salir mediante la celebración de unos nuevos comicios. “No tenemos miedo a nada, ni siquiera a la cárcel. Me llevo la legitimidad y la bandera y, lo más importante, vuestra confianza”, ha afirmado.
Este sábado, cuando miles de tiflisenses formaron una cadena humana contra la decisión del Gobierno de aplazar hasta 2028 el comienzo de las negociaciones para la adhesión a la Unión Europea, el alcalde de Tiflis, Kaja Kaladze, amenazó a Zurabishvili con medidas legales si no abandonaba la residencia presidencial. “La apropiación de un edificio gubernamental es un delito que se castiga con penas de entre 3 y 15 años de prisión”, advirtió el edil.
Desde la residencia presidencial cientos de opositores se han dirigido hacia la sede del Parlamento, donde han comenzado a protestar con pitadas y a enseñar tarjetas rojas en alusión al pasado futbolístico de Kavelashvili. En su discurso de investidura, el exfutolista ha afirmado que “Georgia se enfrenta a una polarización artificial de la sociedad impuesta desde el exterior”. “Aprecio a todos los ciudadanos de Georgia, independientemente de sus opiniones políticas. Seré el presidente de todos”, ha asegurado Kavelashvili, que prometió empeñar todos su esfuerzos para consolidar y unir a la sociedad.
Según la Constitución georgiana, el presidente ejerce como jefe del Estado pero sus funciones son meramente representativas, ya que el poder Ejecutivo recae sobre el Gobierno, que es conformado por la mayoría parlamentaria. “Es un día histórico. En este edificio se proclamó la independencia de Georgia en 1991, y ahora finalmente se ha formalizado la república parlamentaria”, ha dicho el presidente del Legislativo, el diputado de la formación gobernante, Shalva Papuashvili, al comienzo de la ceremonia de investidura.
La oposición mantiene su demandas. Acusa al Gobierno de Sueño Georgiano de abandonar la senda de la integración en Europa y de llevar a cabo una política de aproximación a Rusia, desde hace un mes convoca periódicamente acciones de protesta para exigir la celebración de nuevas elecciones parlamentarias. “Zurabishvili seguirá siendo presidenta legítima hasta que se celebren nuevas elecciones parlamentarias”, dijo uno de los líderes de la oposición, Nikanor Melia, de la Coalición por el Cambio.