"Acogemos, sí, pero también discriminamos. Lo hacemos a lo grande, a través de unas prácticas que institucionalizan la discriminación y desde lo pequeño, cuando en lo cotidiano nos situamos por encima de otras personas a las que no terminamos de reconocer", explican desde Zehar Errefuxatuekin
Reportaje - Euskadi, dos décadas siendo refugio para personas migrantes: cifras, fake news y delitos de odio
Yahya Aaboud trabaja como experto financiero en una empresa vasca. A pesar de contar con un buen salario denuncia que en una inmobiliaria de Irún, al ver su apellido marroquí, le rechazaron cuando quiso alquilar una vivienda. Llamó a la inmobiliaria, confirmó que el piso estaba disponible y decidió reservarlo. Sin embargo, tras enviar por email la documentación para que le fueran preparando el contrato de alquiler, la inmobiliaria le comunicó que, de repente, la vivienda ya no estaba disponible.
Yahya, desconcertado tras recibir el mensaje de cancelación de la inmobiliaria, habló con una compañera de origen español que realizó la misma llamada a la inmobiliaria para interesarse por el mismo piso. Como ambos sospechaban, el piso seguía disponible y fueron juntos a visitarlo. Cuando la trabajadora de la inmobiliaria vio a Yahya les confesó que había sido el dueño del inmueble quien había impuesto el requisito de que su piso no fuera alquilado a “gente de fuera”.
Todo ello quedó recogido en un audio grabado con el móvil lo que posibilitó que Yahya pudiera presentar una denuncia. “La grabación posibilitó la obtención de unas pruebas que han sido fundamentales a la hora de interponer una denuncia. Ello, por un lado, ejemplifica una manera de hacer bien las cosas en cuanto a la recogida de pruebas, ya que en la dificultad para conseguirlas suele estribar el mayor obstáculo a la hora de denunciar un incidente discriminatorio. Por otro lado, también probaba y corroboraba con un audio una realidad cotidiana que tantas veces es negada y silenciada por falta de pruebas: la de la discriminación que sufren las personas extranjeras a la hora de acceder al mercado de la vivienda en alquiler”, explican desde Zehar Errefuxatuekin, que han elaborado cinco cuadernillos para que personas extranjeras sepan cómo enfrentarse a diferentes tipos de racismo.
Según informan desde la ONG, Yahya, en vez de denunciar a la inmobiliaria, decidió acudir al Departamento de Vivienda de Gobierno vasco, concretamente a la Delegación Territorial de Vivienda de Gipuzkoa del Departamento de Planificación Territorial, Vivienda y Transportes del Gobierno vasco (herramienta institucional). “Acudió a Gobierno vasco en tanto último responsable y garante de que no se produzcan actuaciones discriminatorias en un servicio público (entendido como tal por estar destinado al público en general), como es una inmobiliaria. Yahya solicitó al Gobierno vasco que sancionara a la inmobiliaria por haber cometido discriminación. En vez de ejecutar dicha sanción, el Gobierno vasco archivó el expediente, alegando cuestiones de procedimiento. Ello ha obligado a Yahya a acudir a la vía judicial (herramienta jurídica), como segunda herramienta”, confirman. En el momento de redacción de este texto, el caso está pendiente de que se dicte una sentencia.
“Quienes compartimos nuestro día a día con personas refugiadas sabemos que las vulneraciones de derechos que sufrían en sus países de origen no desaparecen cuando llegan aquí. Acogemos, sí, pero también discriminamos. Lo hacemos a lo grande, a través de una legalidad y unas prácticas que institucionalizan la discriminación. Pero también desde lo pequeño, cuando en lo cotidiano nos situamos por encima de otras personas a las que no terminamos de reconocer. Cuando hablamos de acoger, no solo hablamos de alojar, de ofrecer un techo. Nos referimos a que reconozcamos a las personas refugiadas como parte de la sociedad vasca que formamos, que conozcamos su historia, su cultura, que valoremos trayectoria y conocimientos y les acerquemos la nuestra para que entre todas compartamos espacios, vivencias y fomentemos una verdadera convivencia intercultural”, explica Javier Canivell, director de Zehar Errefuxiatuekin.
Otro de los casos en los que han trabajado en Zehar Errefuxatuekin en relación con el racismo, en este caso el racismo laboral, es el de Ousmane. Se trata de un joven de 32 años, originario de Senegal, que, desde su llegada a Euskadi, ha trabajado como mecánico en varios talleres. Según recogen, a pesar de que a Ousmane le gusta mucho ser mecánico, se está planteando trabajar en otro sector distinto, porque en los talleres que ha trabajado “recibe insultos y de uno de ellos fue despedido de manera improcedente”.
El despido que relata Ousmane se produjo al de seis meses de estar trabajando en un taller mecánico de Bilbao donde comenzó a trabajar en octubre de 2023 con un contrato indefinido, y donde la mayoría de trabajadores son de origen extranjero. A los seis meses de haber comenzado a trabajar, siempre en el mismo taller, el 15 de marzo, es llamado a la oficina de la secretaria del taller donde le informan que ese es su último día de trabajo y que puede marcharse a casa ya que no tiene obligación de permanecer en el taller. El joven, sorprendido y sin saber qué ha ocurrido, decide acudir a la ONG en busca de respuesta. Desde allí le recomiendan ponerse en contacto con un sindicato para que trabaje en su caso.
“La historia de Ousmane es común o ilustrativa de muchas de las historias de discriminación que experimentan las personas migradas y refugiadas cuando acceden al mercado laboral, sin olvidar que en nuestras sociedades el empleo y las condiciones laborales que se disfruten marcan el acceso a derechos humanos fundamentales como a la protección de la salud (el reconocimiento de incapacidades, los accidentes de trabajo o las enfermedades profesionales) a través de los sistemas de seguridad social, a la educación en el ámbito de la formación profesional, a la protección social en caso de desempleo o cuando más vulnerables nos encontramos y determina la capacidad adquisitiva y clase social en la que nos situamos y situamos al resto de personas con las que convivimos. Por eso, el poder gozar de un empleo digno, de calidad supone de facto, una llave o puerta de entrada al ejercicio de derechos básicos y de una ciudadanía plena, al igual que la vivienda digna o el empadronamiento”, sostienen desde Zehar Errefuxatuekin.
Con el objetivo de aportar información y herramientas para saber enfrentarse a este tipo de situaciones Zehar-Errefuxiatuekin ha creado cinco cuadernillos para hacer frente a cualquier trato discriminatorio o racista en cinco ámbitos diferentes del día a día de las personas refugiadas y migrantes, en el marco del proyecto “lAGORAtorio: Investigación de buenas prácticas y construcción colectiva de propuestas en torno a la diversidad cultural, la convivencia y la discriminación junto a personas refugiadas” que ha contado con el apoyo del Gobierno vasco, la Diputación Foral de Araba, la Diputación Foral de Bizkaia, la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Donostia.
Según informan, los cinco cuadernillos se han elaborado en los espacios de encuentro y escucha denominados «lAGORAtorios“, mezcla de las palabras ágora y laboratorio, que son ”un espacio de debate en el que las personas refugiadas, migradas y/o racializadas utilizan su voz como sujetos políticos, en oposición a un rol pasivo como sujetos de políticas o acciones diseñadas por terceras partes“. La usan para diagnosticar, proponer y activar herramientas y políticas favorables a la cohesión social y la igualdad.
“Zehar-Errefuxiatuekin trabaja con personas que escapan de sus hogares y abandonan sus países por la violencia y las persecuciones que sufren. Al llegar a nuestro país esa persecución no cesa, sino que cambia, se transforma y se materializa en racismo y discriminación y se vuelve su realidad cotidiana. Es fundamental sensibilizar y formar a la ciudadanía para erradicar estas situaciones y construir sociedades inclusivas y equitativas”, concluye Canivell.