La Generalitat atribuye el incremento de la siniestralidad y de los embotellamientos al crecimiento de la afluencia de vehículos desde que no hay que pagar para usar la vía
Archivo - La eliminación de los peajes instala el caos en la AP-7: “Sabes cuándo entras pero no cuándo saldrás”
La autopista AP-7 ha registrado hasta 462 accidentes con heridos entre enero y agosto este 2024 a su paso por Catalunya, según datos del Servei Català de Trànsit (SCT) de la Generalitat obtenidos por la agencia ACN. La siniestralidad en la autopista va al alza, ya que la cifra es un 3% más alta que en el mismo periodo de 2023, y un 28% superior al mismo período de 2019, en el último año no pandémico antes del fin de los peajes. Sin embargo, los accidentes con muertos han caído de nuevo a cuatro en el último lustro.
Por otra parte, las horas de retenciones en la vía ya suman más de 5.000 este año, superando así en un 50% a las de todo el 2019. El SCT atribuye las cifras al aumento del tráfico derivado de la gratuidad de las autopistas, pero añade que a la vez la siniestralidad aún ha descendido más en otras vías.
El número de accidentes con víctimas de cualquier grado en la AP-7 era de 370 entre enero y agosto de 2019, una cifra que cayó en los dos años siguientes, coincidiendo con la pandemia. En el 2022, ya con la autopista gratuita, resurgió hasta los 451 siniestros en el mismo período, y la cifra se ha estabilizado al alza tanto el pasado curso (457) como en el 2024 (466). Si bien en 2019 la siniestralidad en esta vía suponía el 18% del conjunto de la red viaria catalana, la proporción ha superado el 20% coincidiendo con el fin de los peajes.
Los accidentes graves, que comportaron o heridos graves o víctimas mortales, también han experimentado un repunte, ya que en los primeros ocho meses de 2019 se registraron 21. En los tres años desde el fin de los peajes siempre ha habido más –este año la cifra ha llegado a 30–. Sin embargo, los incidentes que han resultado con muertes eran 9 en el 2019, se elevaron a 17 en el 2022, pero han caído hasta los 4 de enero a agosto de este año –el valor mínimo en el último lustro.
Por otra parte, con datos de los tres primeros años completos después de que se levantaran las barreras de pago, las retenciones también han sufrido un aumento en esta vía: los embotellamientos se alargaron durante 3.776 horas en la AP-7 en el total del año 2019. La cifra fue similar hasta el fin de los peajes. Desde entonces, la paciencia de los conductores se ha visto obligada a aumentar: en 2022 la cifra se elevaba a 5.918 horas, crecía al año siguiente hasta las 6.473 horas, un 71% superior, y todo apunta a que este año todavía serán más. Entre enero y agosto, la vía rápida sumaba ya 5.622, acercándose al total del año pasado y superando en casi un 50% los 12 meses del 2019.
La longitud media de cada retención también ha crecido en los últimos años, ya que de los 3,28 kilómetros hace cinco años se ha pasado a los 3,53 kilómetros este año, en la línea de todo el período posterior al final del pago para utilizar la vía.
Trànsit explica a la agencia ACN que el aumento de la siniestralidad y de las retenciones, “provocadas por los accidentes o por mera falta de capacidad de la vía”, son consecuencia del crecimiento de la afluencia de vehículos en la AP-7. Según la misma fuente, una parte de los conductores que circulaban por otras vías ahora lo hacen por la AP-7 y la C-33, que están “especialmente afectadas” por estos cambios de ruta.
Tanto es así que la media de vehículos ligeros que pasan por la vía en el punto kilométrico 169,2, a la altura de Martorell, era de unos 80.000 cada día en 2019, una cifra que no ha parado de subir desde el inicio de la gratuidad, hasta los 106.196 de media diaria.
Sin embargo, indican que los incidentes provocados por el aumento del tráfico “son de menor gravedad que si pasaran en alguna de las vías alternativas”. Además, dicen que paralelamente la siniestralidad ha caído en estas vías alternativas, y que lo ha hecho en mayor proporción que la subida registrada en la autopista.
Trànsit añade que el tráfico ha subido en el conjunto de la AP-7, pero en el tramo central ha caído –sobre todo pesados–, “debido a que un cierto flujo de los vehículos procedentes del norte y con destino Barcelona ahora cogen la C -33”. Los datos lo confirman, ya que en el punto kilométrico 146,5, en Barberà del Vallès y entre la C-58 y la C-33, la media de vehículos ligeros registrados cada día es de 136.161 este año, unos 50.000 menos que hace cinco años. En el caso de camiones y similares, la caída es mucho más pronunciada, ya que de prácticamente 72.000 cada día se ha pasado a menos de 20.000.