La vitamina C aparece en muchas cremas cosméticas, pero sus efectos están poco respaldados y en algún caso pueden ser contraproducentes
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Todavía hoy, si alguien habla de suplementos, pensamos en vitaminas, y sobre todo en la vitamina C. Durante algún tiempo se atribuyeron propiedades casi mágicas a los productos con este micronutriente, como curar los resfriados o la gripe. Pero últimamente la vitamina C ha aparecido en otros lugares: como ingrediente para las cremas cosméticas para el cuidado de la piel. La vitamina C, cuya fórmula es ácido ascórbico, es un antioxidante. Dado que el envejecimiento de la piel se produce en gran parte por el daño oxidativo, es razonable pensar que la vitamina C podría evitar estos daños. Sin embargo, eso solo ocurre si penetra en la piel, lo que depende en gran parte de la formulación.
Diversas investigaciones han encontrado que la vitamina C aplicada tópicamente tiene el potencial de mejorar la apariencia de la piel. Una revisión de estudios reciente se encontró con evidencia limitada, pero positiva, de que la vitamina C ayuda a reducir la aparición de arrugas finas y mejora la textura general de la piel.
Otras investigaciones han encontrado que la vitamina C protege contra el fotoenvejecimiento (los daños a la piel producidos por la exposición a la luz del sol), la inmunosupresión inducida por los rayos ultravioleta y la fotocarcinogénesis, es decir, que reduce las probabilidades de que la exposición al sol produzca cáncer de piel. También tiene un efecto antienvejecimiento al aumentar la síntesis de colágeno, estabilizar las fibras de colágeno y disminuir la degradación del colágeno, una proteína que mantiene la elasticidad y tersura de la piel.
La vitamina C también tiene un efecto aclarante, lo que significa que puede ayudar a reducir la hiperpigmentación y las manchas oscuras, un beneficio particularmente importante para quienes sufren de daño solar o manchas posinflamatorias derivadas de acné. Los estudios indican que el ácido ascórbico puede inhibir la tirosinasa, una enzima necesaria para la producción de melanina, que es la sustancia que oscurece la piel.
La vitamina C está presente en la piel, y muchos de estos efectos se producen cuando se combina con vitamina E, ya que ambas actúan sinérgicamente para maximizar la defensa antioxidante de las células. Pero la vitamina C que utilizan las células de la piel es la que tenemos en la sangre, que proviene de nuestra dieta. ¿Ayuda ponernos vitamina C encima?
La efectividad de la vitamina C en las cremas depende de distintos factores, entre ellos la concentración y su estabilidad. El ácido ascórbico, en su forma pura, es altamente inestable y puede oxidarse rápidamente al estar en contacto con el aire o la luz. Estas versiones oxidadas de la vitamina C ya no son efectivas.
En la mayoría de los casos, para que un producto tenga efectos, debe tener una concentración de vitamina C superior al 8%. Sin embargo, distintos estudios indican que por encima del 20% por ciento no aumenta su efectividad y, por el contrario, podría causar irritación. Por eso muchas cremas tienen entre el 10 y el 20%.
El ácido ascórbico es una molécula hidrófila, es decir, soluble en agua, y eso es un problema porque la capa externa de la piel es hidrifóbica, es decir, repelente al agua. Una forma de aumentar la absorción es reducir el pH, es decir, hacer que la crema sea ácida, por ejemplo, añadiendo ácido ferúlico.
Otras formulaciones habituales de vitamina C son el ascorbil-6-palmitato y el fosfato ascorbílico de magnesio (MAP). Estas dos moléculas son lipofílicas, es decir, solubles en grasa, y estables a un pH neutro. Sin embargo, un estudio demostró que la aplicación diaria de MAP, ascorbil-6-palmitato y otros derivados del ácido ascórbico no aumentaban los niveles de vitamina C en la piel.
Lo que indican los estudios es que, cuando tenemos niveles bajos de vitamina C en la sangre, una parte puede ser absorbida a través de la piel, de nuevo, con una eficacia que depende de la formulación y la concentración. Se conoce muy poco de cuánta vitamina C se puede absorber de una crema. Estudios recientes sugieren que cuando se encapsula la vitamina C en los famosos liposomas (esferas microscópicas de grasa), se puede facilitar el transporte a las capas inferiores de la epidermis.
A pesar de los beneficios mencionados, no todos los tipos de piel responden de la misma manera a los productos con vitamina C. En concentraciones altas o cuando se utilizan en pieles sensibles, por ejemplo, en casos de eczema o psoriasis, la vitamina C puede causar irritación, enrojecimiento o sequedad.
Otra cuestión a considerar es el almacenamiento adecuado de los productos que contienen vitamina C. Debido a la inestabilidad del ácido ascórbico, es esencial que estos productos estén en envases opacos y herméticamente sellados para minimizar su exposición al aire y la luz. Si la vitamina C se oxida, su color se volverá marrón o anaranjado, una señal clara de que ha perdido gran parte de su efectividad e incluso podría causar más daño que beneficio al generar radicales libres en la piel.
Es importante no combinar la vitamina C con ciertos ingredientes que pueden causar irritación o anular su efecto. Por ejemplo, los productos exfoliantes con ácido glicólico o los retinoides pueden ser demasiado agresivos cuando se usan simultáneamente con vitamina C, lo que podría aumentar el riesgo de irritación.
Lo más importante que han encontrado los estudios es que, si una persona tiene niveles adecuados de vitamina C en la sangre, aplicar cremas con vitamina C no aumenta la absorción de vitamina C en la piel. En resumen, es mejor (y más barato) tomar alimentos con vitamina C en la dieta, especialmente verduras de hoja verde y frutas. Consultar con un dermatólogo antes de introducir cualquier productos en la rutina de cuidado de la piel es siempre la mejor recomendación.