Salvador Illa lidera el primer Ejecutivo socialista monocolor en Catalunya al tiempo que los municipios controlados por los socialistas alcanzan al 60% de la población catalana
Illa y Collboni priorizan la vivienda y la seguridad en su primer encuentro en la Generalitat
Pocas demostraciones de poder en Catalunya como gobernar a ambas orillas de la plaza Sant Jaume. Jordi Pujol, recordado por extender la influencia de CiU hasta los confines de la comunidad, nunca lo logró. Se lo impidió desde la alcaldía de Barcelona Pasqual Maragall, el mismo que lograría ese hito para el PSC, gobernar en el Palau de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona al mismo tiempo, algo que mantuvo José Montilla y que durante tres años pudo igualar también el convergente Artur Mas.
La imagen del control de las dos administraciones más poderosas de Catalunya se repitió el pasado 23 de agosto, en este nuevo ciclo político posterior al procés en el que los socialistas Salvador Illa y Jaume Collboni se saludaron como president del Govern y alcalde de Barcelona, respectivamente. Pero los dominios del PSC, que alcanza cuotas de poder casi inéditas en su historia, van más allá: gobierna en la mayoría de las ciudades más pobladas y está en el gobierno de tres de las cuatro diputaciones.
Aunque en cifras totales tiene menos diputados y menos alcaldías que en su época dorada, previa al estallido de la crisis económica (2007-2010), ahora la diferencia es que no tiene que compartir la Generalitat con otras fuerzas políticas, como ocurrió con los tripartitos con ERC y ICV. Además, Illa aspira a una mayor influencia sobre el Ejecutivo de Pedro Sánchez al gobernar la comunidad autónoma en la que el actual PSOE deposita sus esperanzas de futuro.
La cuota visible del PSC en la Moncloa es de un ministro, Jordi Hereu (de Industria y Turismo), pero al mismo tiempo destacan los nombres de la formación en las grandes empresas del Estado: Maurici Lucena en Aena, Raül Blanco en Renfe, Toni Llardén en Enagás y Marc Murtra en Indra.
Al frente del Govern, una maquinaria que gestiona 40.000 millones de euros anuales desde sus –ahora– 17 conselleries, ni siquiera este todopoderoso PSC de Illa lo ha tenido fácil para reclutar a los altos cargos que ocupa la Administración catalana. Se estima que son unos 500 entre secretarios y directores generales, asesores y dirigentes de empresas públicas. Entre ellas, Puertos de la Generalitat, Infraestructuras, el ente de gestión de agua Ter-Llobregat o el de la vivienda, el Instituto Catalán del Suelo (Incasòl).
Illa ha escogido para el sottogoverno algunos de los diputados de su confianza, como Jordi Terrades, Pol Gibert o Raül Moreno, secretarios generales de Territorio y Empresa y Empleo, respectivamente. También ha echado mano de cargos municipales: tres son los alcaldes que se han mudado a la Generalitat: Juli Fernández (Palafrugell), Xavier Amor (Pineda de Mar) y Eduard Rivas (Esparraguera), sin contar a Nuria Parlon, exalcaldesa de Santa Coloma de Gramenet y ahora consellera de Interior.
En cuanto al poder municipal, un simple vistazo a las alcaldías podría llevar a la conclusión de que el PSC está a años luz de sus mejores cosechas electorales. Actualmente cuenta 127 alcaldes, la mitad de los 270 que consiguió en los comicios locales de 2007. Sin embargo, las principales ciudades vuelven a ser suyas. 16 de los 25 municipios más poblados tienen un regidor socialista, mientras que en sus mejores tiempos fueron 20.
Sobre población gobernada se ve aún más claro: el 60% de los catalanes viven en municipios con gobierno del PSC. El siguiente partido en poder local, Junts, que alardea de ostentar más alcaldías que nadie (332), manda en ayuntamientos que suponen en realidad el 22% de la población.
Más alejadas del foco mediático, en las diputaciones, piezas indispensables para la financiación local, también se extienden los dominios del PSC. Ostenta la presidencia de la de Barcelona, y a la vez integra los ejecutivos liderados por ERC en Tarragona y Lleida.
De las distintas fórmulas de calibrar el poder político, quizás ninguno como el presupuestario para entender el alcance de lo que ha logrado el PSC. A los 40.000 millones de euros que gestiona la Generalitat, se le suman por este orden los 3.800 del Ayuntamiento de Barcelona; los 1.200 de la Diputación de Barcelona; los 1.200 del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), el ente supramunicipal que también preside Jaume Collboni. Las primeras cuentas por volumen que no están gestionadas por un socialista son las del Ayuntamiento de Terrassa, del independiente Jordi Ballart, que ascienden a unos 300 millones.
Un capítulo donde el PSC no recupera la fuerza de sus mejores momentos, aunque tampoco anda lejos, es en el legislativo. En el Parlament, Illa se impuso con 42 diputados, una cifra inferior al récord de Pasqual Maragall en 1999, con 52. Pero no deja de ser la actual la segunda mejor marca del PSC en la Cámara catalana, empatada con los 42 escaños que logró también Maragall en 2003.
Y algo parecido se observa en el Congreso, aunque con un repunte más moderado. Los 19 escaños conseguidos en el verano de 2023 por la candidata Meritxell Batet, retirada hoy de la primera línea política, suponen dejar atrás el bache que les llevó a obtener tan solo 7 diputados en 2016, curiosamente Batet también como número 1. Con todo, las elecciones generales más exitosas del PSC siguen siendo las de Carmen Chacón en 2008: 25 escaños.