El líder del PP arranca el curso político en Galicia ante dos mil personas exigiendo una llamada a las urnas que él mismo descarta por parte de un presidente "paralizado" y "en total decadencia" al que no sabe "si le pesa mucho la memoria de su móvil"
De la presidencia de Puigdemont a la “recesión técnica” de la economía: los diez augurios fallidos del PP de Feijóo
Parecía un discurso electoral, pero no lo era. Al menos, de momento. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, volvió a Galicia para protagonizar la apertura del curso político y lo hizo “comprometiéndose al cambio en España” frente a un gobierno “paralizado” y “en total decadencia”. “Dimitir y convocar son los únicos verbos que deberían conjugar los que mienten por sistema y sólo se sirven a ellos mismos...” para añadir, tras una breve pausa: “pero no lo harán”. Por tanto, sin saber cuál puede ser su duración -ni si llegará a acabarse-, prometió que el curso político se le iba a hacer “muy largo” al jefe del Ejecutivo. Eso sí, en un momento de realismo, encontró en los adverbios el consuelo a sus ansias: “No sabemos cuándo será el cambio, pero sí podemos elegir el cómo”.
Ante unos dos mil fieles, Feijóo realizó un retrato apocalíptico del “peor gobierno de la historia”, que “sin apoyos, escándalo tras escándalo”, mira para otro lado mientras “no quiere que miren a sus casos de corrupción”. Un Ejecutivo “humillado por sus socios, que arrincona a quien no le ha votado y se ríe de quien lo ha hecho” y que busca “censurar al discrepante”, que divide a los ciudadanos “de primera de los de segunda” y que es “tibio” ante la defensa de la democracia en el mundo.
“Estamos ante un Gobierno que sobre, que ya está de más y lo saben ellos y la mayoría de los españoles”. Aun así, según dijo, se “aferran” al cargo “dando lo que no es de ellos para permanecer unos meses más”. Y, si no llaman a las urnas es porque “para eso hay que tener un mínimo de integridad y dignidad” y eso “se quedó a las puertas de la Moncloa desde el primer día que las traspasaron”.
Una Moncloa a la que, según el líder del PP, “es más fácil entrar si patrocinas una cátedra que si ganas por mayoría absoluta en Galicia”. Lo decía recogiendo la queja de su sucesor en la Xunta y predecesor en el atril, Alfonso Rueda, quien recordó que lleva desde que ganó las elecciones en febrero -aunque no tomó posesión hasta un mes después- esperando ser recibido por Sánchez. “Pero eso cambiará: Galicia volverá a tener las puertas abiertas”.
Feijóo cerró con una “defensa de la democracia” en Venezuela -varios de los presentes ondeaban banderas de ese país-, exigiendo al Gobierno que reconozca la victoria electoral de Edmundo González y que lidere ese reconocimiento en Bruselas. “No sé si pesaban mucho aquellas maletas” -en referencia al encuentro en el aeropuerto de Barajas entre la vicepresidenta de Maduro, Delcy Rodríguez, y el entonces ministro José Luis Ábalos- “o si Zapatero y todo el PSOE le debe algo al chavismo, pero los españoles, no”. Y, siguiendo en esa línea argumentativa, añadió: “No sé si a Sánchez le pesa mucho la memoria de su móvil; a los españoles, no”.
El PP regresó a San Xusto después de que el año pasado eligiesen de nuevo el Castelo de Soutomaior, el lugar habitual para el arranque de curso político hasta que el gobierno socialista de la Deputación de Pontevedra se lo prohibió durante ocho años. “Fuimos a decir que frente a los vetos del PSOE no valen de nada los votos de la gente”, aseguró eufórico el actual presidente del ente provincial, Luis López Lugués, en un lapsus que firmaría Mariano Rajoy -“genio y figura”, según Rueda-, quien lo escuchaba sentado a la izquierda de Feijóo.
Más de dos mil personas asistieron a la apertura del curso político popular en la carballeira de San Xusto, en el concello pontevedrés de Cerdedo-Cotobade. Entre ellos, los presidentes de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, y de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, en “representación” de los gobernantes de las 11 comunidades y las dos ciudades autónomas de color popular. Todos ellos se reunirán el viernes con la dirección del partido para “renovar su compromiso” con España.