La Sierra de Gredos es un auténtico refugio para los amantes de la naturaleza, pero un viaje alrededor de este macizo montañoso del Sistema Central nos llevará por algunos de los pueblos abulenses más bonitos de toda la región
Una ruta por la Sierra de Francia para desconectar en los pueblos más bonitos de Salamanca
La Sierra de Gredos es conocida por ser uno de los tesoros naturales más impresionantes de la península ibérica. Un pulmón verde que comparten las provincias de Ávila, Cáceres, Salamanca, Toledo y Madrid, que forma parte del Sistema Central y que fue declarado Parque Regional en 1996 con el fin de proteger el valor biológico de sus tierras, su rica biodiversidad y sus paisajes de postal.
La Sierra de Gredos es naturaleza en estado puro, de eso no hay duda, pero bajo la atenta mirada del rey de las alturas (el pico Almanzor con sus 2.591 de altitud), un buen número de pueblos salpican sus valles y laderas. Si nos fijamos en ambas caras del macizo encontramos algunos de los municipios más pintorescos de la región. Pequeños y ya no tan pequeños núcleos urbanos en los que hay mucho que ver y aprender.
Sabiendo esto, este paraje no solo es un paraíso para los amantes del senderismo, con rutas que serpentean a través de lagunas de origen glaciar, gargantas y circos glaciares en los que ver cabras montesas, sino que también es un lugar donde la historia y la naturaleza se dan la mano. Con pueblos como El Barco de Ávila, Hoyos del Espino, Mombeltrán, Candeleda, Arenas de San Pedro, Cuevas del Valle y Guisando no solo encontramos una puerta de entrada a la naturaleza, sino también algunos de los mejores representantes de la cultura que esta tierra conserva hoy día.
El Barco de Ávila, situado a orillas del río Tormes, es uno de esos pueblos que capturan la esencia de Gredos con solo poner un pie en sus calles. Es el pueblo de mayor población de la cara norte de Gredos y su puente románico, su muralla y su imponente castillo de Veldecorneja, con origen en el siglo XII, son testigos mudos de una historia rica en batallas.
Pasear por su casco antiguo nos deja ver casas de piedra que hablan de siglos pasados y de un comercio que dejó aquí sus riquezas. No por casualidad está reconocido como Conjunto Histórico-Artístico y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, con su hermosa torre adyacente, o la ermita del Cristo del Caño lo justifican. Aquí debes tener una cosa clara: no puedes irte sin probar antes las famosas judías del Barco de Ávila, tan famosas que tienen hasta su propio museo.
Este pequeño pueblo, conocido por ser uno de los principales puntos de acceso al Parque Regional Sierra de Gredos, es ideal para quienes buscan aventura en un entorno natural impresionante. Hoyos del Espino es la puerta de entrada a la Plataforma de Gredos, desde donde parten numerosas rutas de senderismo, como hacia Laguna Grande, el Circo de Gredos o el Almanzor. Desde el Centro de Interpretación de la Naturaleza en la Casa del Parque Pinos Cimeros puedes planificar tus visitas.
Pero no solo de montaña vive este lugar. El pueblo en sí también es interesante, con buenas muestras de casas tradicionales en las que domina la piedra. El santuario en honor a la Virgen del Espino es un lugar que merece una visita, al igual que el puente medieval del Duque que cruza el río Tormes.
Mombeltrán es el pueblo más conocido de la zona natural llamada Barranco de las Cinco Villas, a los pies del puerto del Pico. Y si hay algo que le permite destacar sobre todos los demás, eso es sin duda su impresionante castillo de los Duques de Alburquerque, del siglo XV. Esta fortaleza, que se alza majestuosa sobre el pueblo, es una de las mejor conservadas de la provincia y ofrece unas vistas espectaculares del Valle del Tiétar.
Pasear por sus calles es un auténtico placer pues ofrece un buen conjunto de arquitectura popular, con reconocibles casas blasonadas. Tomando la plaza Mayor como epicentro, donde se encuentra la iglesia de San Juan Bautista, podemos acercarnos a conocer el antiguo hospital de peregrinos de San Andrés, fundado en 1517.
El pueblo de Candeleda está en la cara sur de Gredos, pegado a la frontera de Cáceres y de Toledo, y eso se nota. Sobre todo porque más que de Ávila parece una extensión de la extremeña comarca de la Vera, con su particular microclima que lo llena todo de flores y vegetación, pero también por su arquitectura, con un casco histórico de calles estrechas y casas con entramados de madera, como la colorida Casa de las Flores o la Casa de la Judería.
Aquí no podemos dejar de visitar el Santuario de Nuestra Señora de Chilla, un lugar de peregrinación rodeado de naturaleza, el Museo Etnográfico y el curioso Museo del Juguete de Hojalata. Además, podemos hacer una tranquila ruta por la garganta de Santa María pasando por la Puente del Puerto, que es como se conoce. Y si queremos más, podemos incluso continuar hasta la cara norte de Gredos y llegar al Circo de Gredos y su Laguna Grande.
Arenas de San Pedro es quizás uno de los pueblos más conocidos de la Sierra de Gredos, y con razón. Este pueblo, que ha sido testigo de la historia desde tiempos medievales, cuenta con un patrimonio cultural y natural envidiable. Al encontrarse en la cara sur de Gredos goza de un clima especialmente benigno y eso ha hecho que a lo largo de la historia tanto el clero como la nobleza pusieran los ojos en él.
El Castillo del Condestable Dávalos, también conocido como Castillo de la Triste Condesa o Castillo de Don Álvaro de Luna, es su monumento más emblemático, pero no el único. Hay que detenerse a observar la fachada del palacio de la Mosquera o del infante don Luis de Borbón y Farnesio, obra del arquitecto Ventura Rodríguez, así como pasarse por la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Si queremos hacer algo diferente, a menos de 10 km se encuentra la Cueva del Águila, una impresionante formación geológica en la que sorprenderse bajo tierra.
Pequeño y no especialmente conocido, Cuevas del Valle lo tiene todo para rivalizar con los pueblos de mayor renombre de Gredos. Se encuentra en el corazón del Valle del Tiétar y es el de mayor elevación de las Cinco Villas, a los pies del Puerto del Pico. Su arquitectura tradicional, con casas que lucen fachadas del primer piso en piedra y del segundo en madera y adobe o ladrillo, así como los balcones con enrejado de madera vestidos con flores, son sin duda su principal carta de presentación.
En Cuevas del Valle no hay que perderse la iglesia Natividad de Nuestra Señora y tampoco las conocidas como “tumbas moras”, enclavadas en el paraje de Las Morañegas. Pero si hay un elemento con el que la historia nos mira a los ojos ese es sin duda la calzada romana, que antaño hizo de ruta de comunicación entre la meseta norte y las tierras de Toledo y Extremadura.
Guisando, declarado Conjunto Histórico-Artístico, es comúnmente conocido como el pueblo andaluz de Gredos. Sus fachadas encaladas, las callejuelas empedradas, la irregularidad de sus plazas o su mampostería de influencia mudéjar pueden hacernos olvidar que seguimos en la provincia de Ávila. Una vez aquí, además de pasear por sus estrechas calles, podemos pasar por la Casa del Parque El Risquillo, centro de interpretación sobre el Parque Regional de Gredos, o incluso tomar Guisando como punto de partida de las rutas que llevan a las cumbres de La Mira y Los Galayos.
Si aprieta el calor siempre podemos acercarnos a disfrutar de zonas de baño naturales como el Charco del Risquillo, el Charco Verde o la Charca del Campamento. Pero has de saber que si al hablar de Guisando has pensado en los toros de Guisando, el famoso conjunto escultórico de origen vetón, estos no se encuentran aquí, sino en el término municipal de El Tiemblo, en el cerro de Guisando.