Ursula von der Leyen fundió la batería de las calculadoras en las últimas semanas haciendo las cuentas de los apoyos que podía tener en la Eurocámara para seguir al frente de la Comisión Europea. Cada voto contaba y la alemana lo tenía presente porque su candidatura había salido adelante en 2019 por tan solo nueve ‘síes’ más de los que necesitaba. Un resultado muy ajustado que, en esta ocasión, acabó en una mayoría más holgada gracias al apoyo de Los Verdes, pero la alemana tuvo que remangarse.
En esas cuentas previas, el equipo de la presidenta incluía a los eurodiputados que ya tenía claro que la iban a rechazar, a pesar de formar parte de los tres grupos de la coalición europea de populares, socialistas y liberales, y un 10% más que calculaban que se fugaría aprovechando el voto secreto. En el cálculo total, los socialistas sabían, además, que tenían un ‘sí’ menos: el de la balear Alicia Homs.
Pero en ese caso no obedecía a razones políticas sino a su imposibilidad de estar en Estrasburgo por su avanzado estado de gestación. El Parlamento Europeo no prevé la votación telemática en ningún supuesto, es decir, el derecho al voto se pierde incluso para aquellos eurodiputados ausentes por razón de enfermedad o, como este caso, embarazo. Y esa discriminación en el caso de las mujeres es una de las tareas pendientes de la Eurocámara, que sí habilitó un sistema de votación telemática durante la pandemia, pero con carácter extraordinario.
La eurodiputada valenciana Sandra Gómez recorrió en coche con su bebé de apenas diez días los 1.400 kilómetros que separan Valencia y Estrasburgo. Puso rumbo a la ciudad francesa en la que tiene su sede el Parlamento Europeo justo después de acudir al hospital para las cuestiones del postoperatorio de la cesárea que le practicaron cuando nació el pequeño para garantizar que llegaba a tiempo de las primeras dos grandes votaciones de la legislatura: la elección de la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, y la reelección de Von der Leyen.
“Es una anomalía”, lamenta Gómez en conversación telefónica con elDiario.es desde el coche en el que se dirige, junto a su pareja y su bebé, a Bruselas, donde pasará la próxima semana para participar en la composición de las comisiones parlamentarias. La eurodiputada socialista reprocha, además, que el sistema de voto telemático se activara durante la pandemia y haya dejado de aplicarse para este tipo de casos. Además, recuerda que el no tener una baja de maternidad perjudica a la lactancia.
Esa será una de las batallas adelantadas por las fuerzas progresistas para esta legislatura en una Eurocámara que ha acogido en ocasiones a bebés como forma de reivindicación de los derechos relacionados con la conciliación. La demanda es longeva y trasciende ideologías. Una eurodiputada danesa, Hanne Dahl (del euroescéptico Movimiento de Junio), acudió a una votación en el pleno en 2009 con su bebé. “No me quedaba más remedio, mi marido tenía una reunión”, dijo.
Un año después lo hizo Licia Ronzulli, de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, también para demostrar las dificultades en la conciliación. Lo mismo hizo en 2017 Miguel Urbán (Anticapitalistas).
Las imágenes han ido quedando para el recuerdo, pero el combate permanece. “En 2024 no se puede aceptar que una mujer embarazada no pueda hacer valer su derecho de voto. Por eso le hemos pedido a la presidenta del Parlamento Europeo que pueda sustituir a esta mujer cuando esté embarazada”, expresó la copresidenta de La Izquierda, Manon Aubry, en su primera rueda de prensa de la legislatura.
Ya en la anterior hubo reclamaciones formales. La exeuroparlamentaria del PSOE Adriana Maldonado recogió firmas entre sus colegas para reclamar que los eurodiputados y eurodiputadas en permiso de paternidad o maternidad pudieran votar telemáticamente. El asunto aún está pendiente.
“Las leyes electorales actuales no prevén ni la sustitución temporal de un diputado en caso de baja por maternidad, paternidad o paternidad, ni la transferencia del voto del diputado a otro diputado durante ese tiempo”, señalan fuentes parlamentarias, que explican que en mayo de 2022 se adoptó una propuesta de nuevo reglamento que incluía una disposición para la “sustitución temporal de un diputado en caso de baja por maternidad, paternidad o en caso de baja por enfermedad grave por un periodo renovable de 16 semanas”. Sin embargo, la reforma aún requiere del visto bueno del Consejo de la UE, donde están representados los gobiernos de los 27. Una vez se apruebe las reglas internas de la Eurocámara tendrían que adecuarse.
“En cuanto al voto híbrido, el actual Reglamento del Parlamento no contempla esta posibilidad”, agregan esas fuentes, que se remiten al grupo de trabajo sobre la Estrategia de Innovación en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y a los servicios competentes a los que Metsola pidió la pasada legislatura que “estudiaran si se podía encontrar una solución práctica y viable para permitirlo”. Sin embargo, el vicepresidenta al cargo del asunto “informó de que la introducción de la votación híbrida en las sesiones plenarias plantea una serie de retos técnicos, organizativos y de procedimiento que habría que seguir evaluando”.
“Los retos se refieren, por ejemplo, al método de autenticación, la calidad de la conexión remota a la red, la naturaleza en tiempo real del procedimiento de votación, la visualización de la votación a mano alzada, así como la cparticipación de los diputados y los problemas de ciberseguridad. Las posibles soluciones identificadas por el momento parecen arriesgadas, incluso para un pequeño número de votantes, y podrían poner en peligro la confianza obligatoria que proporciona el sistema de votación actual. Seguiremos buscando posibles soluciones a esta cuestión”, zanjan esas fuentes.