El bautismo incorpora a quien lo recibe a un gran Grupo, en el que están tanto los vivos como los que han muerto, ya se hayan ido al cielo o todavía sigan en el Purgatorio. En ese Grupo, cuya cabeza es Jesucristo, se comparten sus méritos, los de la Virgen María y los de todos los santos, mediante lo que se llama la Comunión de los Santos. La comunicación de bienes espirituales se da entre todos. Gracias a esa comunicación puedes ayudar a los fallecidos que están en el Purgatorio con tu plegaria y tus sufragios. Menos a los que muriesen en pecado grave sin arrepentirse, que formarán parte de los condenados. Y existe un abismo insalvable entre ellos y los bienaventurados.
- O sea, ¿que en ese grupo de los bautizados ocurre como en la tripulación de una trainera?, donde el esfuerzo que cada componente hace remando, de forma coordinada, ayuda a avanzar a los demás. Pero también puede entorpecer la travesía, cargarse en el trabajo de los demás, incluso remar en contra, o balancearse haciendo el payaso y poniendo en peligro la estabilidad de la embarcación. Y no te digo nada si tienen a un inútil por patrón.
- Exacto. Pues imagínate en una cordada, tratando de salvar precipicios y grietas comprometidas, de evitar avalanchas amenazantes y riesgos vitales para poder ascender juntos. ¿Qué trascendencia tendría para el resto la desidia o la negligencia de cualquiera?...
Pues, verás, la vida tiene vocación de ascenso. Hay que subir. Y lo primero es luchar contra uno mismo, sus limitaciones, su autosuficiencia, su comodidad, su pereza, su vergüenza,… Y no se logra solo, sino ayudando y dejándose ayudar, para poder hacer cumbre juntos, en equipo .
Por eso la Iglesia. Igual que al cuerpo humano le ocurre a ella: si un miembro no funciona bien o está enfermo, todo el cuerpo se resiente.
- Bien, concedo que puedo ayudar a mis difuntos, sabiendo que seguimos en el mismo grupo.
Pero insisto en lo que dije antes: si ya se arrepintieron en su momento, Dios les ha perdonado. Y de eso no hay duda, porque lo hace siempre. Así que han quedado libres de responsabilidad por sus pecados. Además, si no han muerto en pecado grave, ya estarán purificándose en el purgatorio, es decir, borrando su culpa. Entonces, si yo veo que mis padres, abuelos,… se han confesado, por ejemplo, antes de fallecer, ¿para qué voy a seguir dando la plasta?
- Si, pero no.
- ¿Como que sí, pero no?
- Pues si, porque Dios perdona siempre a quien se arrepiente y pide perdón. Y no, porque eso no es todo.