Una familia holandesa, procedente de Ámsterdam, ha comprado un pueblo en ruinas de la provincia de Burgos, Bárcena de Bureba, por el que dejarán sus trabajos y donde ha decidido retirarse con el proyecto de rehabilitar varias de las 60 casas caídas del lugar, generar una ecoaldea y plantar un bosque comestible.
El último inquilino salió de aquí en los años 80. Desde entonces, las décadas de vacío lo han sacudido con ganas echando abajo los tejados de las 60 casas que aquí se levantaron, tirando vigas por dentro, dejando a la vista las huellas de otras vidas, el tizne de algunas cocinas como un eco de gentes lejanas. El pueblo tiene tres calles sin placa. Tres vías preservadas sólo en los papeles del catastro: la calle Real, la calle del Puente y la calle de la Iglesia. Así se hace la historia, con tres calles sosteniendo la memoria histórica.