Afirma Chesterton que quienes hablan mal de la familia son poco inteligentes: no saben lo que hacen, porque no saben lo que deshacen. Las consecuencias de las rupturas conyugales suelen ser graves y producen mucho sufrimiento a todos los que las padecen, especialmente a la prole. Como muestran algunos estudios, sobre todo de Inglaterra y de Estados Unidos, el fracaso escolar, las dificultades para la integración social, el riesgo de caer en la pobreza o en la delincuencia tienen que ver a menudo con dichas rupturas.
Por lo tanto, por el bien de las personas y por el bien común, parece muy necesario defender y promover la estabilidad familiar, algo que no siempre amparan las leyes. Pep Borrell, padre de familia, odontólogo y experto en orientación familiar, ha escrito un libro claro y ameno que va ya por la séptima edición en poco más de un año (Bailar en la cocina. Ed. Palabra, Madrid, 158 págs.).
Experiencia, buen conocimiento de la conducta humana y sentido común, para, con argumentaciones acertadas y abundantes anécdotas y ejemplos, tratar de ayudar a disfrutar de la vida conyugal en las diversas fases de su desarrollo. El autor se fija en lo más cotidiano y va ofreciendo sugerencias para evitar lo que pueda empañar las relaciones de pareja o con los hijos o con otros parientes. Enfoque positivo e ilusionante, aunque exigente, porque todo lo que de verdad merece la pena requiere esfuerzo y la estabilidad familiar parece un punto fundamental y de notable trascendencia.
Buen libro tanto para los que se preparan para el matrimonio como para los que ya llevan tiempo conviviendo como marido y mujer. Otro texto reciente sobre la misma cuestión y también muy aconsejable es Matrimonio para inconformistas de Trini Puente, Alberto Baselga y Antonio Tormo (Rialp. Madrid 2024, 159 págs.).
