Tras el capitán y el piquero, llega el arcabucero. Se trata de un nuevo hito en monumento a los Tercios españoles que combatieron en Flandes, Italia y otros lugares de Europa bajo las banderas de la Monarquía Hispánica en los siglos XVI y XVII.
El escultor Salvador Amaya se está encargando de esculpir las figuras, que formarán un conjunto escultórico que se colocará en un espacio público de la ciudad de Madrid.
Amaya trabaja sobre los bocetos de las figuras dibujados por el pintor Augusto Ferrer-Dalmau, especializado en obras sobre la Historia de España, también de esa época de los siglos XVI y XVII: de hecho, pintó un lienzo sobre la batalla de Rocroi en la que intervinieron los Tercios.
El escultor ha dedicado varios meses a modelar un arcabucero, uno de los tipos de soldado que formaban los Tercios en las guerras de los siglos XVI y XVII.
Además de en el boceto de Ferrer-Dalmau, Amaya ha recurrido a un modelo natural.
Eligió para ello a un militar del Ejército de Tierra, con más de 30 años de servicio. Se trata de un tirador selecto de precisión de una de las unidades de la Legión.
El escultor se ha inspirado en él para “dotar de alma” a la escultura.
Junto a la persona, el vestuario y el equipo. Salvador Amaya ha optado por ubicar temporalmente el monumento a los Tercios en la década de 1620.
Esos años abarcan episodios clave en la Historia de los Tercios como el asedio y la rendición de Breda a las tropas del rey de España, Felipe VI, que inmortalizó Diego Velázquez en uno de sus cuadros más conocidos.
El escultor está contando con el asesoramiento del grupo de recreación histórica La Camarada, para poder reproducir con toda fidelidad los detalles del vestuario y armamento.
Juan Manuel Heidenreich Jiménez, uno de los expertos de ese grupo, le ha proporcionado documentación gráfica de la época y le ha facilitado poder ver réplicas de todos los elementos que llevaba un arcabucero, como los ‘doce apóstoles’, los tarritos que los soldados con armas de fuego llevaban colgados del pecho y que contenían la carga de pólvora para realizar cada disparo.
A todos los tiradores de las unidades militares en esa época se les conocía como arcabuceros, si bien esta escultura no porta un arcabuz, sino un mosquete, de mayor tamaño y por tanto de un calibre y alcance mayores.
El mosquete diseñado mediría 153 centímetros, si bien modelado mide 230 cm, por la escala con la que se ha esculpido la figura.
Los mosquetes eran largos y pesados, por eso necesitaban una horquilla en la que el soldado apoyaba el arma para disparar.
Este arma supuso un desafío para el escultor. Modelado en barro y colocado en las manos del arcabucero, el mosquete se hubiera desmoronado por su longitud, por lo que Amaya decidió modelarlo aparte y reproducirlo en resina de poliéster. Esa reproducción en un material más duro y resistente es la que colocó en la figura, y en torno al mosquete ya modeló las manos.
El escultor se permitió una licencia artística con el percutor de mecha del mosquete. Esa pieza podía tener diversas formas: optó por modelarlo como una cabeza de perro, en honor a su perro Duque.
Otro detalle histórico es el sombrero. Al elegir situar las figuras en torno a 1625, Amaya ha esculpido un sombrero diferente a lo que el público puede estar acostumbrado a ver en películas y series de la época del Siglo de Oro, como ‘Alatriste’.
Hasta 1630 no se extendió la moda de achatar las copas y ensanchar las alas de los sombreros, tendencia que primero se impuso en Francia.
El artista va a modelar por separado el gatillo del mosquete, la polvorera (con la que se rellenaban los ‘doce apóstoles’) y la pluma del sombrero.
Para ese último elemento, modelará tres plumas, las unirá y las fundirá en bronce para soldarlas posteriormente a la escultura ya fundida.
ECD ya desveló las imágenes de las dos anteriores figuras que ya esculpió Salvador Amaya.
Primero salió de su taller el capitán, un militar con casco y armado con espada y daga vizcaína.
Después modeló el piquero, una de las figuras más características de los Tercios de los siglos XVI y XVII.
Esta tercera figura representa al arcabucero. La escultora modelada en arcilla será fundida en bronce, mediante la técnica de la cera perdida.
En el conjunto bocetado por Augusto Ferrer-Dalmau, con Salvador Amaya, se incluye una cuarta figura: el abanderado, que llevará el mástil apoyado en el hombro.
El escultor tiene previsto reunirse con el pintor, para juntos rediseñar esa última figura. Su idea es aumentar la dimensión de la bandera, y darle un aire épico en consonancia con el resto de figuras que componen el monumento.
El proyecto de instalar un monumento en Madrid que recuerde a los Tercios la lanzó hace años la Asociación 31 Enero Tercios.
Actualmente lo impulsan esta asociación y la Fundación Arte e Historia Ferrer-Dalmau, la Asociación Amigos del Camino Español de los Tercios y la Fundación Tercio de Extranjeros.
Precisamente hace unos días estuvo viendo en persona la figura en arcilla modelada por Salvador Amaya el presidente de la Asociación Amigos del Camino Español de los Tercios, el teniente general retirado César Muro, que es también académico de número de la Academia de las Artes y las Ciencias Militares.
Los impulsores organizaron una campaña de suscripción popular para financiar el monumento.
Mediante micromecenazgo recaudaron más de 200.000 euros, gracias a 1.600 donantes: la mayoría pequeñas aportaciones, pero también algunas más elevadas, de empresas de la industria militar como Escribano, General Dynamics (dos de las que fabrican los 8x8 para el Ejército de Tierra), Tecnobit, Sener, Einsa y Ucalsa, así como de la Casa de Alba.
El monumento es un proyecto caro. Está compuesto de al menos cuatro figuras, de tamaño superior al natural, que serán fundidas en bronce.
El conjunto escultórico irá situado sobre un pedestal de granito, de un tamaño muy amplio para acoger todas las figuras.
Todo ello exige una inversión total que el micromecenazgo no cubrió, por lo que los impulsores siguen buscando mecenas, para sufragar todos los gastos, incluidos, claro está, los honorarios del escultor que lleva meses trabajando en las figuras.
Salvador Amaya se comprometió con el monumento a los Tercios hace más de seis años, al comienzo de este proyecto que impulsó la Asociación 31 Enero Tercios y que, por ejemplo, consiguió el apoyo decidido del entonces Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), general de ejército Fernando Alejandre.
Amaya es autor de estatuas de militares importantes de la Historia militar de España: Blas de Lezo (en Madrid), Bernardo de Gálvez (Washington y Toledo), Rafael Menacho (Badajoz)...
En colaboración con Augusto Ferrer-Dalmau, como autor de los bocetos, ha trabajado en otros monumentos: el monumento a la Legión, que se puede ver ante el Cuartel General del Estado Mayor de la Defensa, y el de los Héroes de Baler, los últimos soldados que resistieron en Filipinas en 1899, en la Plaza del Conde del Valle de Súchil, ambas en Madrid.