“La democracia no es una meta que se pueda alcanzar para dedicarse después a otros objetivos; es una condición que solo se puede mantener si todos los ciudadanos la defienden”. Rigoberta Menchú
Este es un momento único para profundizar, aunque de manera somera, como ocurre por el limitado espacio de una columna de prensa sobre un tema tan denso como la democracia. De cualquier forma, es una cuestión que solo es propicio hablar de ella cuando las circunstancias la agreden, la atacan, o cuando se encuentra en peligro. Mientras tanto, a nadie le pasaría por la cabeza semejante obviedad, es decir, tratar un tema que no tiene dificultades, cuando todo marche con absoluta normalidad. Esto del olvido ocurre con cualquier otro contenido, aunque quizás no tenga la característica jerárquica ni el hecho particularmente estricto de que la única manera de hacer un cambio en democracia es a través del voto y este hecho, pues, lo hace evidentemente excepcional.
Sin embargo, la democracia es un sistema de gobierno frágil; es un tema complejo y multidisciplinario porque se combinan e involucran más de una disciplina. De todos modos, a continuación, algunas de las principales razones que pueden contribuir a esta fragilidad sin hacer referencia a ningún país en particular ni mucho menos considerar la absurdidad de que exista otro sistema de gobernabilidad superior a aquel que resulta electo por la voluntad popular, de los ciudadanos. Por ejemplo, la corrupción que tiene como actores a los líderes y funcionarios gubernamentales que abusan de su poder para beneficio personal, es por la causa de que la confianza pública en las instituciones democráticas se deteriore. La disparidad económica y social puede generar resentimiento y desilusión entre los ciudadanos, lo que puede llevar a la desestabilización política y la erosión de la cohesión social. También, cuando las divisiones ideológicas se vuelven extremadamente marcadas, el diálogo y la cooperación entre diferentes grupos se vuelven difíciles, lo que puede paralizar el funcionamiento del gobierno. Las violaciones a los derechos humanos, la represión de las libertades civiles y los derechos humanos básicos pueden debilitar la estructura democrática y alienar a los ciudadanos del gobierno.
La solución a estos problemas a menudo requiere un esfuerzo concertado de los ciudadanos, los líderes políticos y las instituciones para proteger y fortalecer los valores democráticos. Como contrapartida, la democracia es perfectible a diferencia de cualquier otro sistema de gobierno. Es por ello que la democracia es considerada como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía. En una democracia ideal la participación de la ciudadanía es el factor que materializa los cambios, por lo que es necesario que entre gobernantes y ciudadanos se establezca un diálogo para alcanzar objetivos comunes. Por fortuna, mucha gente ha empezado a abrir los ojos y con arrepentimiento, callado o no, comienza a entrar en razón y a dejar de apoyar a un gobierno elegido en un momento de simpleza colectiva.
En contraposición, los gobiernos democráticos poseen varias virtudes que contribuyen a la estabilidad y el bienestar de las sociedades. Los ciudadanos tienen el derecho y la oportunidad de participar en las decisiones políticas a través del voto y otros mecanismos de participación, lo que fortalece la legitimidad del gobierno. En una democracia, los gobernantes están obligados a ser transparentes en sus acciones y a rendir cuentas ante los ciudadanos. Asimismo, los derechos humanos, la libertad de expresión, la libertad de prensa y la igualdad ante la ley, son garantizados. En una democracia, las leyes se aplican de manera equitativa a todos los ciudadanos, incluidos los líderes gubernamentales, lo que promueve la justicia y la igualdad. Es todo…
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