He titulado esta serie de tres artículos «Rol de la Sociedad Civil en las Elecciones Presidenciales de 2024». La he dividido en tres partes que contemplarán los siguientes aspectos; en la primera, realizaré un pequeño deslinde conceptual de lo que se ha venido llamando «sociedad civil» en los clásicos europeos para que, en el segundo apartado, especifico el uso que se le ha dado a la noción aludida en nuestro país. En el tercero, entraré a detallar ese papel que la sociedad civil ha venido desempeñando en este crucial momento que se vive en Venezuela.
El propósito fundamental de mi escrito se centra en mostrar que si se hubiese mantenido el concepto de sociedad civil según algunas perspectivas actuales que destacan la colaboración de ésta con el Estado, mientras relegan su capacidad para cuestionar y generar alternativas, otorgando tan solo una comprensión funcional de la relación entre la sociedad civil y la democracia, no hubiésemos podido promover las Primarias, y mucho menos, la participación electoral que se llevó a cabo apenas unos días, y, con este proceso, recobrar la Libertad.
I.- Precisión conceptual
El término «sociedad civil» tiene una extensa historia en los análisis políticos de distintas épocas. Autores de la talla de Hobbes, Locke, Rousseau, Kant, Hegel y Marx lo han empleado, aunque no siempre en el mismo sentido. No es posible aquí ofrecer un análisis detallado de la ambigüedad y confusión provocada por los diversos usos y significados de este concepto, pero intentaremos dar unas pincelas que permitan entender a cabalidad el proceso que hoy nos convoca en este espacio de discusión.
El concepto aludido surgió en el momento del desarrollo y consolidación de los Estados-nación y las economías capitalistas en Europa occidental a finales del siglo XVII. Esta noción ha tenido sus etapas de auge y desaparición del discurso sociopolítico. Vemos así que después de finalizada la Segunda Guerra Mundial pareció esfumarse, para recuperar relieve nuevamente a finales de la década de 1980, como lo discutió y comentó Ernest Gellner en su enjundioso libro Condiciones de la libertad. La sociedad civil y sus rivales, traducido al español en 1996.
Si volteamos la mirada hacia atrás y nos remontamos a la Antigüedad, podemos observar que, en la Grecia de Aristóteles, éste concebía al ser humano con el conocido concepto del «zoon politikon», que, traducido literalmente, significa «animal político».
En este brevísimo recuento conceptual, se pretende devolver al concepto aristotélico su dimensión sociopolítica. Y ello no es más que entender que la persona, en tanto es un ser sociable, posee la capacidad para decidir e influir en el ámbito en el cual vive, se llame comunidad o polis. Es una persona que no solo «vive» en un espacio social, sino que «convive» con otros. De ahí que sea tan erróneo entender que se «vive» en una ciudad (polis) y no se participa en política. Mantener esta postura ya es un hecho político.
Es de destacar que ni los filósofos antiguos ni los teólogos medievales establecieron distinción entre sociedad y Estado. Fue con el surgimiento de la sociedad moderna que germina el concepto de sociedad civil; Adam Smith reconoció un nuevo nivel de acción social independiente de la voluntad del gobernante: la actividad económica orientada al mercado. Smith propuso que los mercados estuviesen regulados por una «mano invisible» que reconciliara los intereses individuales y el bien común; además que la moral y la justicia brotasen como productos de los intereses individuales y de la libre actividad económica.
Hegel fue el primero en distinguir entre sociedad civil y Estado, otorgando a cada sociedad su propio ámbito de acción. En la concepción hegeliana, el individualismo político de Locke encontró expresión económica. Por su parte, Marx simplificó el complejo concepto de sociedad civil de Hegel y lo convirtió en un ejemplo económico de acción social. El concepto de sociedad civil es uno de los aspectos que llevó a Marx a realizar una evaluación de la Filosofía del Estado de Hegel en 1843, y que forma parte de la Crítica de la Filosofía del Derecho de este autor. Precisamente, el distanciamiento de Marx de las ideas hegelianas proviene de las diferencias que tiene con los conceptos de Estado y de sociedad civil, a la que considera sólo en el ámbito de la economía política.
A partir de ese momento, esta sociedad se convirtió en el «principio rector» del discurso marxista hasta su versión final en El Capital. La mayoría de los demás ejemplos de sociedad civil de Hegel, así como el Estado y el espíritu absoluto para Marx quedaron claramente fuera y «por encima» de la sociedad, agrupados bajo el concepto de «superestructura», en otras palabras, la reproducción de las relaciones sociales.
En el caso de Antonio Gramsci, la idea de sociedad civil abarca no solo todas las relaciones materiales, sino también todas las relaciones ideológico-culturales. En su concepto de Estado y sociedad política, sostiene que todo régimen político requiere no solo de un aparato coactivo (lo que se entiende como Estado en el sentido estricto y tradicional), sino también de diversas instituciones, desde los medios de comunicación hasta las instituciones educativas, pasando por las editoriales y los organismos culturales. Estas instituciones tienen la responsabilidad de difundir los valores dominantes y a través de ellas la clase dominante ejerce su influencia.
Según Norberto Bobbio, el término «sociedad civil» a menudo se considera parte de la dicotomía sociedad civil/Estado, lo que significa que sólo puede utilizarse en referencia y definiendo el término «Estado».
En un sentido negativo, «sociedad civil» se refiere a la esfera de relaciones sociales no regulada, entendida de manera restrictiva y generalmente cuestionada del Estado y es un conjunto de instituciones que ejercen poder coercitivo en un área determinada.
Jürgen Habermas (1962), seguidor en algunos aspectos de Hegel, incluso de algunas de las precisiones de Marx, ve a la sociedad civil como una entidad que se defiende de la intervención estatal más que como un motor potencial de renovación o cambio institucional. Al igual que Tocqueville, Habermas la conceptúa como una esfera de asociación, y, sobre todo, un espacio de comunicación. Su contribución más importante a la teoría social es el papel que le asigna a la razón en la esfera pública. Asimismo, la descripción que hace Habermas del sistema económico como fuente de conflicto y desigualdad es consistente con el pensamiento de la Contrailustración. Sin embargo, para resolver este problema, Habermas conceptualizó el dominio económico como un sistema autónomo que opera según sus propias reglas, similar a la de Locke sobre el funcionamiento del sistema económico.
En medio de esta polisemia, quisiera recordar que el concepto adquiere una separación de los partidos políticos, que no todos los analistas y politólogos aceptan.
En un foro realizado en la UCV en los años 2000, específicamente a raíz de los sucesos de abril de 2002, surgió la discusión precisamente por la polisemia del concepto. Resumiendo, y parafraseando una de las intervenciones de ese momento, se hablaba de la Europa del Este y la oposición a los regímenes socialistas. En ese contexto, la sociedad civil se definió como aquella que escapaba del control ejercido por los Estados y los partidos comunistas o que tenía mayores posibilidades de hacerlo. Este ámbito se concebía como un espacio cívico independiente del ámbito político. A diferencia de buscar conseguir espacios dentro del régimen político preexistente para formar partidos de oposición con representantes en el parlamento, lo cual estaba fuertemente limitado por la naturaleza del régimen político, el objetivo de este movimiento no era ese. Dentro de este ámbito se incluían organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos, la iglesia, sindicatos y otras entidades. Un ejemplo reconocido de esta sociedad civil en Europa del Este fue el sindicato Solidaridad en Polonia.
Bosquejada la dificultad de definir la noción, pasaré a examinar cómo ésta se ha entendido en el contexto político venezolano en la siguiente entrega.
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