“La libertad nos es otra cosa que la justicia sabiamente administrada; y donde se cometen atroces crímenes impunemente, la verdadera libertad no puede tener asiento” (Francisco de Miranda 1750-1816; precursor de la independencia iberoamericana).
Ante mi reclamo sobre su posición de no apoyo a la gesta libertadora, bajo el intachable liderazgo de María Corina Machado Parisca, un excompañero de estudios me recrimina, como para descalificarme, mi amistad con Pompeyo Márquez, el célebre Santos Yorme. Amistad de la que conservo nutritivas enseñanzas democráticas y la que tuve el privilegio de cultivar. Comprendí entonces, mucho más a profundidad, el daño que, por muy erradas o por muy acomodaticias interpretaciones de aquella sociedad venezolana de historias pasadas, se le ha hecho y se le podría seguir haciendo a Venezuela.
Demos todos gracias al Supremo Autor del Universo, las que comparto y doy en particular, disculpándome por hablar en primera persona, pero es que me es inevitable hacerlo para agradecer haber nacido en democracia, en un país donde pude compartir esa maravillosa evolución del pensamiento político de aquellos que desde la llamada generación del 28, del siglo XX pasado, constituyeron un ejemplar aporte a nuestra sociedad venezolana. Una parte de ella que transitó el cambio desde una senda bien intencionada pero muy equivocada en búsqueda del bien común a través del comunismo, pero como en el caso de ese emblemático luchador por la justicia, la igualdad ante las leyes, y la paz que fue Pompeyo, nos legaron ejemplo de coraje y honestidad intelectual y personal, al evolucionar hacia el pensamiento y la actuación democrática.
Cuentos ya piches, podríamos considerarlos, esos que conservando el nefasto rencor de un minestrone ideológico sin resolverse, literalmente pretenden hacernos permanecer anclados en el pasado. Nuestra Cátedra en Valores y Principios Francisco de Miranda es la antítesis de ello. El problema que hoy planteamos, queridos lectores, es superar lo que podría seguir haciéndonos daño. Si lo permitimos, en momentos culminantes como el del aquí y el ahora, para el logro de nuestra causa de libertad y democracia, es neutralizar a aquel que quiere tener listo el puñal de recriminaciones para dividirnos, entre los que alguna vez apoyaron a Chávez y los que no, los que acusan de mayor responsabilidad al presidente Caldera por su sobreseimiento concedido, o los que acusan al presidente Pérez de haber invitado a Fidel a su toma de posesión, junto a todos los que firmaron carta dándole la bienvenida. Entre aquellos que algunas vez fueron “de izquierda” en los tiempos universitarios, y los que no.
Doloroso, pero aleccionador también para lo que nos atañe ahora, fue constatar que, en lugar de asumirse como ética de grupo la necesidad de clarificación del cómo abordar la realidad del modo más leal y beneficioso para contribuir a la solución de tan vital problemática de derrotar la tiranía prevaleció, entre temerosos actores en indeterminada cantidad de concurrentes a la discusión, una inmadura posición de no tratar el fondo del asunto. Escabullir más bien tales planteamientos, algunos irrespetuosos, sin exigir disculpas al agresor, convirtiendo la reiterada conducta, de quién o quienes así se manejan, en lastre para la más eficaz navegación hacia la libertad.
Estamos ante una fase sumamente exigente de la lucha. Los que extrapolan de malas prácticas anteriores la proyección teórica de una derrota y salida de María Corina al exilio, le sirven por carambola más que a un oponente dictatorial típico, a una peligrosa corporación criminal internacional que siempre buscará aire en cualquier resquicio de división que se le pudiera producir ofrecer en nuestras filas, y lo que tomaría como espléndida oportunidad para ensancharla; sólo que en ésta oportunidad no permitiremos que ello ocurra. No se lo permitiremos a aquellos que disparándose torpemente desde nuestras propias filas, o que dicen estarlo, precisamente han sido para nosotros los de mayor atención y por lo que estamos prevenidos, tampoco los que por supuesto tirándonos de frente nos acechan, ante cualquier ingenuo descuido.
No estamos hablando de aquella actitud que no sólo es aceptable sino necesaria de permanente uso del raciocinio, de la inteligencia, y de la sana crítica interna para el análisis frente al proceso que llevamos adelante millones de venezolanos de bien, bajo el liderazgo indiscutible de Maria Corina, y de un crecido presidente electo Edmundo González; junto a un equipo unido que nos ha costado tanta “sangre, sudor y lágrimas” formar. Estamos hablando de un compromiso racional y responsable de no diseminar a la ligera cuanta crítica destructiva e inmadura se nos venga a la boca, o más bien salga de las entrañas del celo o de la discordia por querer ser tomados en cuenta como “importantes”, en lugar de útiles; en momentos cuando lo que más se requiere es pensar unidos, coherentes y accionar comprometido, para seguir remando juntos hacia el mismo destino de liberación y cambio para la nueva Venezuela.
“Bochinche, bochinche, bochinche”
No siempre nos tocará ser timonel. Hoy puede tocarnos ser remadores en un equipo que cada vez se supere más, se reintegre más, ante los zarpazos de una tiranía que secuestra, persigue y asesina. Hoy nos toca ser una unidad que se fortalece a cada nudo de navegación que avanzamos, para dar respuestas en todos los mares donde se mueven intereses internacionales; tan diversos, cambiantes secularmente y contradictorios como siempre. Por ello hay que tener cuidado con el mensaje que se da desde el exterior. Que de los eventos que se realicen se tenga plena conciencia del tipo de acto y mensaje a transmitir. No estamos ante celebraciones y superficialidades, estamos ante la profundidad de la lucha por la vida y por la libertad de naciones enteras. Pero por ello mismo, debemos estar atentos a consultar a actualizados expertos en cada área, en cada ruta de la navegación, en cada reto que se nos plantee, hasta lograr arribar al puerto que buscamos.
Por supuestamente lograr un mejor mando y comando, en otra lucha que no es la nuestra, no nos dejemos manipular y comportémonos con sabiduría ante procesos políticos y sociales de los países de acogida; donde hemos sido recibidos como inmigrantes.
Hoy es preciso reconocer la nueva mayor y mejor unidad nacional que se ha estado conformando frente a la tiranía. Cuando desde varios sectores de lo que antes fueron, y que aún se consideran así mismos seguidores de un bien intencionado chavismo originario, observemos sus declaraciones, toma de posiciones, e incluso actuaciones en contra de dicho continuismo de Maduro. Ello debemos asimilarlo como un estratégico aporte a la alianza para el logro del advenimiento de una indispensable transición a la democracia. La gran alianza nacional contra la tiranía y por la libertad es la que nos corresponde consolidar en estos momentos. Estamos obligados a concluir esta etapa de conquista de la Venezuela de libertad y orden, indispensables. Debemos recuperar la institucionalidad democrática con estabilidad económica y social para la felicidad de todos; nuestras niñas y niños, nuestros mayores y jóvenes. Así podremos regresar, más comprometidos que nunca en hacer renacer a una mejor Venezuela, para bien de las venezolanas y venezolanos, y de cualquier ciudadano de bien que quiere acompañarnos a reedificar nuestra casa. ¡Avanzar!
catedrainternacionallibertad@
La entrada María Corina: ¡Regresar a casa! se publicó primero en EL NACIONAL.