El emergente
Ignacio Serrano
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Alejandro Chacín / Zimbio.com |
Más allá del ruido que genera en la afición caraquista la salida de dos jugadores emblemáticos, tratemos de ver objetivamente qué gana y qué pierde el Caracas en el cambio de esta semana con Aragua.
Jesús Aguilar y Henry Rodríguez eran dos favoritos de la afición. Pero como todo análisis serio necesita evaluar el contexto, pongamos en su lugar a los protagonistas.
Aguilar, en el papel, vale oro. Es grandeliga, tiene poder, sí juega en Venezuela y ocupa una posición con pocos especialistas criollos. No todo brilla, sin embargo. Aunque tiene números indiscutibles en la LVBP, siempre se ha ido al llegar enero. Quien busque una figura para ganar la final, que mire a otro lado. Y no es su culpa. En el beisbol de hoy manda la MLB.
Rodríguez vale menos de lo que creen sus partidarios. Ya no juega en el beisbol organizado, su defensa es un problema y ha salido en medio de polémicas de sus anteriores clubes. Tiene fama de buen bateador, y ciertamente ha dado tablazos importantes. Pero ya va a cumplir 28 años de edad, jugará en México y su línea después de 1.781 apariciones en el plato en Venezuela es de .285/.337/.393, o lo que es igual, batea dentro del promedio de la liga, se embasa por debajo del promedio de la liga y su poder también está ligeramente por debajo del promedio de la liga.
El valor de ambos cayó, debido a sendos episodios de relaciones públicas. Aguilar tuvo una clara discrepancia con la gerencia capitalina, que llevó al alto mando de los melenudos a anticipar esta medida, y el Pollito se rebeló ante la autoridad, abandonando a sus compañeros en plena semifinal, entre acusaciones hacia el manager Mike Rojas.
Esto no es Nintendo. Todo lo que hagan jugadores y directivos impacta en su valor. Los metropolitanos consideraron que estaban obligados a negociarlos y nadie iba a ofrecer villas y castillos, porque la iniciativa nació de quien vendía, no de quien compraba. Es la ley del mercado. Así funciona siempre.
Dicho esto, Aragua entregó a tres grandeligas. No parece, a priori, un paquete pequeño.
Juan Graterol desplazó nada menos que al caraquista Carlos Pérez en Anaheim. El manager Mike Scioscia, un ex receptor, lo prefirió en lugar de quien hasta la semana pasada era el catcher con más trayectoria en la cueva izquierda del Universitario. Siendo que José Lobatón no juega en el país, que Albert Cordero es agente libre, Ramón Cabrera no termina de ganarse el corazón de los aficionados y prospectos como Keibert Ruiz muy difícilmente tendrán permiso para reportarse, pasa a ser el careta número uno de los felinos.
José Rondón tiene una línea de .290/.340/.395 después de 2.439 apariciones en las Menores. Desde hace dos años viene subiendo su average, promedio de embasado y slugging. Tiene 23 años de nacido, ya debutó en la gran carpa y es shortstop. Quizás no llegue a nada, pero el suyo, ahora mismo, es el perfil de una promesa. Si consigue desarrollar algo de poder, lo que por su edad no es improbable, se convertirá en una pieza muy atractiva. Queda por ver su evolución como defensor.
Alejandro Chacín es la pieza más interesante del trío. Después de 291 encuentros en las granjas de Cincinnati, tiene 2.46 de efectividad (excelente), más de un ponche por inning (excelente), 6,9 hits por cada nueve entradas (excelente), 1.19 de WHIP (aceptable), 0,4 jonrones por cada nueve actos (excelente) y una media de 3,7 boletos por cada nueve pasajes (no muy bueno).
Ese es el paquete que reciben los Leones. Ninguno tiene el estatus de Aguilar. Pero los tres tienen potencial para causar impacto en la capital. El tiempo dirá.
Columna publicada en El Nacional, el miércoles 31 de enero de 2018.
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