En 1925, Gerardo Diego y Rafael Alberti se conocieron cuando cobraban el importe del Premio Nacional de Literatura. Dos personalidades muy distintas comenzarán entonces una amistad difícil unidos por una intención semejante ante la poesía, pero que simbolizan dos ideas opuestas, dos Españas irreconciliables hasta el punto venidero y terrible de una guerra civil. Dos formas muy distintas y distantes de concebir la poesía y la vinculación con la política.