Como terapia para estos días, pienso en el abate Barruel, aludido por Umberto Eco en alguna de sus novelas, y muy probablemente el primero de los “conspiranoicos” contemporáneos. Nacido hacia 1740, fue un jesuita que, a partir de los sucesos revolucionarios de Francia, iniciados en 1789, se exilió en Inglaterra para mantener sus ideas ultramontanas.