“No tengo frío, no me quiero poner la chaqueta”, “no, no quiero meterme en el agua, estoy a gusto tumbado en la toalla”. Estas son frases recurrentes de los más pequeños de la casa, pues en ocasiones no son conscientes de los efectos del frío y del calor tan bien como lo son los adultos. Y así surge este problema veraniego entre los más pequeños, los golpes de calor.