Ayer tuve la oportunidad de conversar con un hombre de ciento cuatro años.Lo conocí a través de las curiosas circunstancias que se rodearon para permitirme gozar de ese par de horas en las que pude disfrutar de su compañía. La cosa surgió de improviso. Estaba en el hogar de mayores del Rincón junto a mi amigo “pies de plata”, buscando una pareja que se quisiera enfrentar a nosotros en una de nuestras “exhibiciones” con el dominó.