Por lo tanto, las organizaciones que apuestan por la ecoeficiencia no solo se centran en la rentabilidad de su actividad, sino que también abogan por la protección del ecosistema, creando un equilibrio entre ambos aspectos. La ecoeficiencia promueve la mejora continua en la gestión de recursos, fomentando prácticas que minimizan el desperdicio, reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y disminuyen el consumo de energía y agua.