Con estos equipos es posible mantener instrumentos y superficies en perfectas condiciones, dado que esterilizan mediante la aplicación de calor seco, generalmente a temperaturas que oscilan entre 160 °C y 180 °C. A diferencia de otros métodos de esterilización, los hornos de calor seco no requieren humedad, lo que los hace ideales para higienizar materiales que pueden ser dañados por la exposición al agua.