En 1974, la partida de dominó de la sobremesa, el vistazo al periódico de cada mañana y la tertulia con los compañeros en el sofá se hicieron con el abrigo puesto. Al menos en el asilo de Benalúa, donde los ancianos pasaron mucho frío en aquellas navidades. Las Hermanitas de los Pobres, encargadas de la residencia, denunciaban en este periódico aquella incidencia y lanzaban un SOS a la ciudadanía: «Necesitamos ropa de cama, radiadores de calor negro y un Renault». Ahí quedó eso.