Los ensayos para la grabación del primer disco del Misteri d’Elx comenzaron el 7 de noviembre de 1960. De aquel registro, Dolores Pérez Cayuela (1928-1983) contó a sus alumnos más allegados: «Tenía que cambiar la voz de la Virgen al Ángel, para que no se notara que era la misma. Se grababa en la Basílica de Santa María, con la iluminación de una vela y ante el túmulo de la celebración de los Fieles Difuntos. Aquel sentimiento, con esa luz sombría, no se me olvidará nunca». «Tan puro lo cantó; le costó mucho», evoca el sacerdote Luis Brotons, uno de estos estudiantes más cercanos. Ángel Martínez Teruel, el pianista que siempre le acompañó en sus clases, recuerda que «sufrió mucho por todo lo que se dijo sobre su persona por la grabación de aquel disco».