Varias causas llevaron a que el mercado de agroquímicos, de alrededor de u$s 4400 millones en la campaña 23/24, caiga a una proyección de u$s 2900 millones para la de 24/25. Entre las razones que explican ese desplome del 40%, se destacan los efectos colaterales de la pandemia que todavía persiguen al sector, una demanda dormida y bajos precios para la industria de los defensivos agrícolas. Se sumó, además, un error en las expectativas de los empresarios que, hoy, pasa factura.
La crisis del campo se destapó hace algunas semanas, cuando tres empresas del agro informaron que no podrían hacer frente a sus vencimientos de deuda, a raíz de una fuerte inestabilidad financiera en sus flujos de fondo. Frente a esta situación, aparecieron los cuestionamientos acerca de si se trataba de tres casos aislados o si, realmente, la industria estaba en peligro. Hay, entre otros, un denominador común entre ellas: dos son productoras de agroquímicos, Surcos y Agrofina, y la tercera, Los Grobo Agropecuaria, controlante de la segunda.
El inicio del problema se remonta cuatro años atrás, a la pandemia. En ese momento, los costos, tanto de producción, como de importación y transporte -a nivel mundial y local-, subieron considerablemente.
"Los fletes que, normalmente, valdrían u$s 1000, en ese momento, costaban u$s 10.000. Por esa razón, las empresas compraron muchísimo stock porque no sabían cuando se normalizaría el abastecimiento. Este stock se terminó recién el año pasado y se vendió a pérdida", aseguró Alberto Esteban, director comercial de Sumitomo Chemical, una compañía argentina dedicada a la protección de cultivos.
Tras la pandemia, llegó la sequía. La baja demanda de agroinsumos que generó la fuerte seca que afectó a las campañas 21/22 y 22/23 fue otra de las grandes dificultades que afectó a la rentabilidad de las compañías agroindustriales.
"Para ese entonces, las empresas ya cargaban con un año y medio de una baja considerable en los precios, impulsada principalmente por una oferta del exterior proveniente, sobre todo, de China", aclaró Esteban.
Además, como consecuencia de los altos niveles de inflación e incertidumbre que hubo en la Argentina durante los últimos meses del mandato de Alberto Fernández y el comienzo del gobierno de Javier Milei, la mayoría de las empresas -independientemente del sector- buscó resguardarse mediante la compra de activos, como, en el caso del campo, insumos, fertilizantes, agroquímicos o maquinaria.
Sucedió que, particularmente, las empresas del agro accedieron a comprar insumos y agroquímicos al dólar oficial (salía $360, ya que, en ese entonces, había una brecha de casi 200% con el blue), al punto que, algunos, adelantaron una campaña entera, dada la presión por resguardarse de la inflación.
Hoy, con un escenario macro mucho más estable y luego de una devaluación que llevó a la casi inexistencia de la brecha cambiaria, los precios de los agroquímicos cayeron entre 30% y 70%, explicó Eduardo Pérez, ingeniero agrónomo, ex responsable de la productora de insumos biológicos Biotrop.
"Hoy, las empresas de agroquímicos pierden entre u$s 1 y u$s 1,5 por litro de glifosato, paraquat o glufosinato. Todas pierden dinero", aseguró. Agregó que espera una caída del 40% del mercado local de agroquímicos en 2025.
Este cúmulo de situaciones hizo que, en promedio, la rentabilidad de las empresas proveedoras de insumos agrícolas bajara 10 puntos porcentuales, según indicaron fuentes del mercado.
"Todas las compañías del segmento rindieron bien en los últimos años. Esto se explica por la rentabilidad que pudieron generar por el lado del negocio financiero, ya que se usaban ese tipo de herramientas para especular con tasas e inflación. Ese era el negocio que hacía sustentables a las empresas", aseguró Esteban.
El ejecutivo describió que hubo algunos casos de compañías que vendían los insumos al costo y lograban márgenes rentables por diferentes actividades en el mercado de capitales. "No era una realidad de mercado en cuanto a precio y cantidad. Sin embargo, de acá en adelante, no puede haber más especulaciones. Es una realidad mucho más sana para el mercado", indicó.
En paralelo, los productores agrícolas se enfrentan a una caída histórica en el precio de los commodities. El valor proyectado para la producción 2024/25 cayó a un valor de referencia de u$s 260 por tonelada, un 7% por detrás del valor promedio en la actual campaña (2023/24) y en el nivel más bajo desde el ciclo 2018/19.
Hoy, explicaron en una de las 10 principales proveedoras de agroquímicos del mercado local, hay alrededor de 18 millones de toneladas de soja retenidas. Con un precio internacional a la baja, los productores decidieron guardar la mercadería a la espera de mejores rendimientos. Sin embargo, eso incrementó más el déficit financiero del sector en forma global.
"Se está dando una combinación de inmovilización de mercadería, que está a bajo precio. Por lo tanto, no se vende. Se suma, además, un sobrestock que tiene que consumirse", resumió Pérez.
Entonces, el arrastre de cuatro años de bajo nivel de actividad cambió la modalidad de trabajo de los productores que, antes, adelantaban compras y se refugiaban en el stock. Ahora, "solo compran lo que necesitan en el momento indicado. Desapareció la precampaña, eso ya no es negocio", explicaron una fuente del mercado consultada al respecto.
Dadas estas condiciones, distintos referentes del sector adelantaron que se viene un "nuevo negocio" para el agro.
"Toda esta situación sirvió para blanquear el mercado real de defensivos agrícolas, que venía muy sobrevaluado. Hasta hace poco tiempo, la mayoría de las empresas apuntaban a tener un market share más elevado, sin pensar en la calidad del negocio. Eso, hoy, no es sustentable porque los costos fijos de las compañías generado, principalmente, por las grandes estructuras que tienen y la baja oferta de valor tecnológico, lleva a que se replanteen el negocio", resumió Esteban.
Además, otra de las realidades que también impactarán también en el negocio de cara al año que comienza es la competitividad. Sucede que el 80% de los defensivos agrícolas son genéricos, lo que quiere decir que las patentes para la producción de insumos están liberadas y que, por ende, la competencia es mayor. Un ejemplo de esto es el glifosato, ya que hay alrededor de 20 proveedores distintos en el país.
"Si seguimos en esta situación, vamos a tener un 2025 muy similar a lo que fue la segunda parte de 2024. El año estará marcado por la competitividad entre las empresas, los precios bajos y poco margen para las compañías", calculó un referente de una de las principales proveedoras de agroinsumos de la Argentina.