La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU. (NOAA, por sus siglas en inglés) actualizó su pronóstico sobre la llegada de La Niña, el fenómeno climático opuesto a El Niño.
Según su último informe, se espera que La Niña llegue entre octubre y diciembre de 2024, con una probabilidad del 57%. Además, se anticipa que persista hasta el período de enero a marzo de 2025.
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Los fenómenos de El Niño y La Niña son dos fases opuestas del mismo fenómeno climático, conocido como el Oscilación Sur-El Niño (ENSO, por sus siglas en inglés).
El Niño se caracteriza por un calentamiento anómalo de las aguas del Pacífico, mientras que La Niña implica un enfriamiento de esas mismas aguas.
Ambos fenómenos afectan las temperaturas globales, las precipitaciones y otros patrones climáticos, pero tienen efectos opuestos en diversas partes del mundo.
En mayo, la NOAA había anunciado el fin del fenómeno de El Niño y comenzó a prever el desarrollo de La Niña.
Inicialmente, se estimaba una probabilidad del 60% de que el fenómeno llegara a mediados de 2024. Sin embargo, a lo largo de los meses, este pronóstico cambio.
Para agosto, la probabilidad se ajustó al 66% y se indicó que La Niña podría presentarse entre septiembre y noviembre. Luego, en septiembre, esa probabilidad aumentó a un 71%, con la previsión de que el fenómeno pudiera persistir hasta la primavera de 2025.
A pesar de que aún no se declara oficialmente el inicio de La Niña, la NOAA señaló que el enfriamiento de las aguas en el Pacífico Tropical sigue en desarrollo.
Este fenómeno debe superar un umbral específico para ser declarado oficialmente. En este momento, las condiciones están muy cerca de ese umbral, por lo que se espera que La Niña pueda ser declarada oficialmente en el próximo mes.
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Según el climatólogo Raúl Cordero, la llegada de La Niña en Chile podría tener varias implicancias para el clima local:
Aunque las probabilidades de que La Niña se materialice son altas, la NOAA también advierte que existe una posibilidad del 20% de que el fenómeno no se presente, y que las condiciones neutrales podrían prolongarse durante el invierno.
Si esto ocurre, las expectativas de cambios en las temperaturas y precipitaciones globales podrían no cumplirse, lo que afectaría las perspectivas climáticas para el resto del año.