Tras ganar las elecciones, la próxima tarea de Donald Trump será elegir a los altos cargos de su gabinete.
En su primer mandato, Trump se rodeó de titanes de los negocios, ejecutivos de Wall Street y exgenerales, muchos de los cuales carecían de experiencia previa en el Gobierno y terminaron yéndose en circunstancias polémicas.
Trump se prepara de nuevo para elegir a personas poco convencionales, evitando deliberadamente a los insiders de Washington. El objetivo ahora será identificar a personas leales que apoyen incluso sus propuestas menos ortodoxas, como las deportaciones masivas de inmigrantes, pero que también puedan lograr la confirmación del Senado. Esa tarea se ha vuelto más fácil ahora que los republicanos se han hecho con el control de la cámara alta del Congreso.
Estos son algunos de los principales aspirantes que formarán parte de la administración de Trump:
Elon Musk se convirtió en el defensor más ruidoso de Trump. En la recta final de la campaña, el CEO de Tesla y X llegó a pagar u$s1 millón a los votantes registrados en los estados indecisos que firmaron su petición de apoyo a la libertad de expresión y el derecho a portar armas.
Trump ya ha designado a Musk como jefe de una nueva comisión de eficiencia "encargada de llevar a cabo una completa auditoría financiera y de rendimiento de todo el gobierno federal y de hacer recomendaciones para reformas drásticas".
Otros leales a Trump son Howard Lutnick, jefe del gigante de Wall Street Cantor Fitzgerald, que es copresidente del equipo de transición presidencial de Trump. El republicano -que también ha hecho donaciones a demócratas, incluida Hillary Clinton-, desempeñará un papel decisivo en la selección de personal de la nueva administración.
Mike Johnson, el principal republicano de la Cámara de Representantes que se congració con Trump al apoyar sus esfuerzos por anular las elecciones de 2020, también podría desempeñar un papel clave. También podría hacerlo Vivek Ramaswamy, que al principio del proceso electoral fue candidato a la nominación presidencial republicana -a menos que en su lugar decida optar al escaño de JD Vance en el Senado por Ohio.
El segundo mandato de Trump también podría incluir al exasesor Stephen Miller y al exestratega Steve Bannon, que acaba de salir de prisión, retomando puestos influyentes en la administración.
Susie Wiles, que fue jefa de campaña de facto de Trump, es una de las principales aspirantes a uno de los puestos más importantes de la Casa Blanca. Esta abuela de Florida, de 67 años, ha trabajado como operadora del partido durante más de cuatro décadas, ayudando a elegir republicanos en todos los niveles de la política. En un reportaje de Politico se la ha calificado como "una de las personas más influyentes de la política estadounidense en estos momentos".
Otras personas que compiten por el puesto son Brooke Rollins, una abogada conservadora que fue asesora de política interior de Trump en el último año de su primer mandato, así como la exasesora principal Kellyanne Conway.
Kevin McCarthy, que se convirtió en el primer presidente de la Cámara de Representantes en ser expulsado por la oposición de la línea dura del Partido Republicano, también se ha barajado como posible candidato.
El puesto económico más importante podría ser un cara o cruz entre dos titanes de los hedge funds, Scott Bessent, que dirige Key Square Capital Management, y el multimillonario John Paulson. Ambos han respaldado los planes de Trump de imponer aranceles a las importaciones, pero los han enmarcado como una importante herramienta de negociación que podría diluirse si se obtienen concesiones de otros países.
En una entrevista con el Financial Times, Bessent expresó su apoyo a un dólar estadounidense fuerte, que ha sido la política del país durante mucho tiempo, diciendo que Trump "defiende a Estados Unidos como moneda de reserva".
Entre los nombres que más suenan para presidir la Reserva Federal, cargo que quedará vacante cuando finalice el mandato de Jay Powell en mayo de 2026, está el de Kevin Hassett, que presidió el Consejo de Asesores Económicos de Trump durante su primer mandato.
Kevin Warsh, exgobernador de la Fed que ahora trabaja en la Institución Hoover de la Universidad de Stanford, también ha sonado como posible candidato al puesto.
Trump ha dicho que los presidentes deberían tener más voz en las decisiones de política monetaria, en una señal de que la independencia de la Fed podría verse sometida a presión.
En cuanto a la política comercial, un pilar clave de la plataforma de Trump, Robert Lighthizer y Peter Navarro, que ocuparon cargos relacionados con el comercio en la primera administración de Trump, han surgido como algunos de los mayores defensores de los aranceles.
Trump ha planteado imponer aranceles de hasta el 20% a todas las importaciones que lleguen a EE.UU., con otra tasa del 60% para las importaciones chinas.
Feroz defensor de Trump que no ha ocultado su deseo de ser su secretario de Estado, Ric Grenell fue embajador de EE.UU. en Alemania y director en funciones de la inteligencia nacional en la administración del expresidente.
Trump se ha referido a Grenell, conocido por sus frecuentes peleas con los medios de comunicación, como su "enviado", y actuó como secretario de Estado en la sombra mientras Joe Biden estaba en el cargo, reuniéndose con líderes de extrema derecha de América Central, Europa del Este y más allá.
Otros aspirantes a secretario de Estado son el senador republicano Bill Hagerty, de Tennessee, junto con el exasesor de seguridad nacional de Trump, Robert O'Brien. Otro leal a Trump, Kash Patel, ha sido propuesto como posible asesor de seguridad nacional.
Trump ya había considerado al senador de Arkansas Tom Cotton para ser su secretario de Defensa, y se lo ve de nuevo como aspirante. Exoficial de infantería del ejército y veterano de Irak y Afganistán, es un firme partidario de Trump.
Otros de los principales elegidos para el puesto son el congresista por Florida Mike Waltz, un ex boina verde que ha asesorado a Trump en seguridad nacional y es visto como una voz importante en política exterior en el partido, así como el exsecretario de Estado Mike Pompeo y el exsecretario de Asuntos de Veteranos Robert Wilkie.
Robert F. Kennedy Jr., que fue su rival en la campaña electoral, parece dispuesto a desempeñar un papel clave en la configuración de la política de salud pública de la administración Trump. Activista antivacunas, Kennedy ha sugerido que las vacunas comunes, así como el agua fluorada, podrían estar bajo escrutinio, junto con la Ley de Asistencia Accesible (Obamacare) que proporciona seguro de salud a 45 millones de estadounidenses.