En apenas un mes, unos 150 millones de estadounidenses votarán por la vicepresidenta demócrata Kamala Harris o por el republicano Donald Trump para la presidencia de Estados Unidos. Ambos dicen que las elecciones son las más importantes de la historia del país.
Pero el ganador del voto popular no gana necesariamente la Casa Blanca. El singular sistema del Colegio Electoral de EE.UU. implica que las listas de electores de los estados deciden el ganador. Pero la mayoría de los estados votan siempre a demócratas o republicanos. Sólo unos pocos son propensos a cambiar: los llamados swing states o estados péndulo.
Este año, hay siete swing states, y en cada uno de ellos la diferencia es de 1,5 puntos, según los sondeos del Financial Times. Juntos suman sólo 93 de los 538 votos del Colegio Electoral y el 18% de la población. Pero son el objetivo de todo el dinero y la energía de las campañas de Trump y Harris.
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Dentro de ese subconjunto de estados hay otra franja importante de votantes: los indecisos. Según una encuesta de Ipsos publicada la semana pasada, este grupo sólo representa el 3% de los votantes probables en los estados disputados, una cifra minúscula que refleja la profunda polarización de EE.UU. Ganar la mayoría de estas personas que aún no se han decidido podría decidir las elecciones, lo que les daría un enorme poder potencial.
¿Quiénes son estos votantes indecisos? Algunos son votantes sindicales masculinos que antes se inclinaban por el progresista Bernie Sanders, pero ahora prefieren a Trump; o conservadores suburbanos desencantados por la retórica de MAGA. Otros son latinos que dudan de Harris por el alto costo de vida en EE.UU., o votantes jóvenes a los que desanimó la edad del presidente Joe Biden, pero que ahora se decantan por Harris. Muchos son mujeres -de todas las tendencias políticas, pero especialmente conservadoras- motivadas por las restricciones impuestas al aborto en los últimos años, tema central de la campaña de Harris.
Pero las dos campañas intentan también ganarse a otro segmento más amplio del público: las personas desvinculadas del proceso político. En lo que va de siglo, la participación de los votantes con derecho a voto en las elecciones presidenciales de EE.UU. ha oscilado entre el 54% en 2000 y el 67% en 2020, lo que deja un gran margen de maniobra. Ambos bandos están disparando sus máquinas de participación en los estados indecisos, aunque la campaña de Trump está ganando una carrera de registro en la mayoría de los campos de batalla.
El estado más crítico en el llamado ‘muro azul', una referencia a los estados que los demócratas -el partido azul- ganaron en las elecciones presidenciales de 1992 a 2012. Trump resquebrajó el muro en 2016, pero los demócratas volvieron a ganar estos estados en 2020. Cada uno de ellos tiene ahora un gobernador demócrata popular.
Pensilvania (19 votos electorales) se extiende desde Filadelfia, cerca de la costa este, hasta la ciudad industrial de Pittsburgh, en el oeste. Es el campo de batalla más poblado, el más encuestado y el mayor premio de toda la elección.
Harris y Trump han visitado Pensilvania con frecuencia y han gastado mucho más en anuncios allí que en ningún otro sitio: u$s187 y u$s146 millones. Trump resultó herido en julio en un intento de asesinato cerca de Butler, en el oeste rural.
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El éxito de Harris dependerá de la participación de los votantes demócratas en las ciudades más grandes y de sus avances en los suburbios más ricos, al tiempo que deberá limitar sus pérdidas frente a Trump en las zonas rurales y conservadoras. Los republicanos han estado ganando la batalla del registro de votantes en las últimas semanas.
Ambas campañas han cortejado a los votantes obreros en un estado donde la industria manufacturera y la producción de energía son grandes empleadores. Harris y Trump se alinearon con el sindicato de trabajadores del acero para oponerse a la absorción de US Steel, con sede en Pittsburgh, por parte de una empresa japonesa. Harris ha renegado de su anterior oposición al fracking, la técnica de perforación crucial para la enorme industria de shale oil de Pensilvania. Pero Trump arremetió contra ella por eso.
Michigan (15 votos electorales), sede de Detroit y centro neurálgico de la industria automovilística estadounidense, Biden se lo quedó por menos de tres puntos en 2020. Los demócratas obtuvieron buenos resultados en las elecciones de mitad de término de 2022, cuando la gobernadora Gretchen Whitmer fue reelegida y los votantes respaldaron por abrumadora mayoría una medida para proteger el derecho al aborto.
Pero Michigan también ha surgido como un centro de resistencia a la postura de la administración Biden sobre la guerra de Israel en Gaza, donde el enorme número de muertos palestinos ha enfurecido a los relativamente numerosos votantes árabe-estadounidenses de Michigan y a los progresistas de ciudades universitarias como Ann Arbor. Harris podría tener que compensar las deserciones de su partido.
Los obreros también son el centro de atención de ambas campañas en Michigan. Mientras Harris promociona su apoyo a una nueva industria de vehículos eléctricos y el apoyo federal a la fabricación, Trump ha atacado a los demócratas por poner en peligro los empleos de Michigan para luchar contra el cambio climático. Los suburbios acomodados que rodean Detroit y Grand Rapids serán fundamentales.
Wisconsin (10 votos electorales) es un campo de batalla del muro azul especialmente caliente, con un alto compromiso político y feroces divisiones ideológicas: en 2020, tuvo la mayor participación electoral de todos los estados indecisos.
El partido republicano eligió Milwaukee, la ciudad más grande del estado, para su convención para nominar a Trump, y Harris voló a Milwaukee durante la convención demócrata en Chicago para celebrar su propio acto. El electorado de Wisconsin es desproporcionadamente blanco en comparación con otros estados disputados, pero una fuerte tradición de organización sindical podría beneficiar a Harris. También tendrá que asegurarse un fuerte apoyo en la capital, Madison, entre los empleados estatales y los estudiantes de la Universidad de Wisconsin.
Ambas campañas también se centrarán en los suburbios tradicionalmente republicanos de Milwaukee, en el condado de Waukesha, donde Biden en 2020 mejoró en votos a Hillary Clinton en 2016, y en ciudades cruciales de tendencia demócrata cerca de la frontera con Minnesota.
Un factor en las zonas agrícolas de Wisconsin será la actitud ante los aranceles previstos por Trump. Los agricultores del estado fueron duramente golpeados por las políticas comerciales republicanas durante su mandato en la Casa Blanca.
Biden fue el primer demócrata en ganar Georgia (16 votos electorales) desde Bill Clinton en 1992. En 2021, su partido ganó dos importantes elecciones al Senado, lo que dio a los demócratas el control de la cámara.
Los demócratas han ganado gracias al creciente apoyo en los suburbios de Atlanta, antaño republicanos, y a las sólidas operaciones de captación de votos en la propia ciudad, así como en Savannah y Augusta. El senador demócrata Raphael Warnock, pastor de la iglesia de Atlanta donde solía predicar el líder de los derechos civiles Martin Luther King Jr, se ha convertido en un motivador fundamental para la base demócrata.
Pero el resto de Georgia sigue siendo abrumadoramente conservador. Trump también ha hecho incursiones entre la población negra de Georgia, especialmente en materia económica. Mantiene una tensa relación con el gobernador republicano Brian Kemp, que se negó a ayudarlo a anular el resultado de las elecciones de 2020, aunque ahora Kemp ha respaldado a Trump.
Barack Obama ganó las presidenciales en Carolina del Norte (16 votos electorales) en 2008, pero ningún demócrata lo ha hecho desde entonces.
Las encuestas muestran que Harris se presenta con tanta fuerza en Carolina del Norte como en Georgia, impulsada por su fortaleza en las llamadas ciudades universitarias del Triángulo de Investigación, Raleigh, Durham y Chapel Hill, así como en Charlotte y Greensboro, las otras grandes áreas metropolitanas.
La campaña republicana se ha visto sacudida por un escándalo en el que se ha vio envuelto Mark Robinson, a quien Trump ha elogiado y apoyado en su candidatura para la gobernación de Carolina del Norte. En un foro pornográfico, Robinson se refirió a sí mismo como un "NAZI negro" y apoyó la reinstauración de la esclavitud, junto con muchos otros comentarios gráficos, según un informe de CNN.
Más allá de eso, una gran incógnita en la batalla por swing states es si la devastación en la parte occidental del estado debido al huracán Helene afectará a los patrones de voto o a la participación.
Si Harris o Trump arrasan en el muro azul y en los campos de batalla del sudeste, las elecciones habrán terminado cuando la atención se centre en el oeste. Pero si el resultado se divide al este del río Mississippi, dos estados con poblaciones en rápido crecimiento y una gran proporción de votantes latinos podrían decidir la carrera.
Biden consiguió que Arizona (11 votos electorales), antaño conservadora, se uniera a los demócratas en 2020.
Sin embargo, al ser el único estado fronterizo con México, Arizona se encuentra en primera línea de la lucha por la inmigración, uno de los temas más polémicos de las elecciones. Trump ha atacado constantemente a Harris por presidir un aumento de la inmigración, y ha prometido deportaciones masivas de indocumentados si gana.
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Harris, que visitó una ciudad fronteriza en Arizona a fines del mes pasado, ha criticado a Trump por bloquear un compromiso bipartidista en el Congreso este año que habría endurecido la política de inmigración, sólo para que él pudiera hacer campaña sobre el tema.
Los demócratas han logrado en los últimos años captar votos de republicanos mainstream desencantados con Trump. Pero los republicanos han ido ganando terreno entre los latinos. Es probable que el destino del condado de Maricopa, que incluye Phoenix y sus suburbios, sea crucial para el resultado del estado.
Los demócratas también confían en que la inclusión del derecho al aborto en la Constitución del estado en la boleta de noviembre impulse el voto a favor de Harris. Actualmente, la ley estatal permite el aborto hasta las 15 semanas de embarazo.
Nevada (seis votos electorales), sede de las mecas del juego, Las Vegas y Reno, ha votado a los demócratas en todas las elecciones presidenciales desde 2004.
Pero es vulnerable para Harris, en parte debido a los avances de Trump entre los votantes latinos, y porque la economía del estado ha sido particularmente dura para los hogares de ingresos medios y bajos.
La inflación en la región ha superado la tasa nacional en los últimos años, mientras que la tasa de desempleo de 5,4% es la más alta de todos los estados de EE.UU., lo que socava el argumento económico de Harris.
El éxito de los demócratas en Nevada se debe a una exitosa operación de participación en torno a Las Vegas movilizada por el Sindicato de Trabajadores Culinarios. Si vuelve a funcionar, podría ayudar a Harris a compensar otros puntos débiles en Nevada. Pero a un mes de las elecciones, el resultado en Nevada -y la propia carrera presidencial- es tan incierto como un juego de azar en el Caesars Palace.
