La dos veces presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el gobernador riojano Ricardo Quintela anunciaron este lunes que ambos competirán por la presidencia del justicialismo, abriendo camino a una interna como la que hace años no se registra en el partido que hasta hace unos meses condujo Alberto Fernández.
"Las elecciones en el PJ están pensadas siempre para hacerse después de que se elige presidente de la Nación. La lógica es que si el partido gana la política nacional, quien conduce el partido es el primer mandatario. Cuando se pierde, esa persona se abre y se hacen las internas para dar una nueva dirección", explicó días atrás a El Cronista un político bonaerense con experiencia en la historia del peronismo.
A primeras horas de la tarde y con una extensa carta, Cristina anunció que aceptará el pedido que a fines de la semana pasada le realizaran dirigentes políticos, sociales y sindicales para conducir el PJ Nacional. A sabiendas de la postulación que ya realizó Quintela hace un tiempo atrás para ese mismo puesto, Fernández de Kirchner afirmó que está dispuesta a "debatir en unidad".
En la crítica misiva, la exmandataria afirma que nunca vio, en la Argentina contemporánea y democrática, que el país "en general y el peronismo en particular vivieran un momento como el actual".
Al hacer una lectura del presente, graficó que "hoy el peronismo sólo gobierna 5 de las 23 provincias argentinas y perdió la mayoría en la Cámara de Senadores; siendo esta una situación de pérdida de representación institucional inédita en el período democrático".
"Más allá de eso, el peronismo sigue siendo la fuerza con mayor cantidad de diputados y senadores nacionales y ello exige, por comprensión histórica y responsabilidad política, su propia reconstrucción abordando todos y cada una de las nuevas demandas sociales", añadió.
Además dejó varias observaciones sobre la figura de Javier Milei: "El actor principal no sólo vocifera e insulta desde el escenario en forma cada vez más agresiva, violenta y soez a todo aquel que exprese una opinión diferente a la suya, sino que, además, avanza a hachazos sobre jubilados, universidades y hasta hospitales de salud mental".
Por su parte, Quintela, que viene haciendo campaña desde hace varios días en distintos puntos del país y se había mostrado cercano al gobernador Axel Kicillof, anunció: "Yo sigo adelante y seguiré reuniéndome cara a cara con ustedes en cada rincón del país".
La semana pasada, Quintela había dicho que "no hay que temerle al proceso interno".
El mandatario provincial ya estuvo en Neuquén acompañado por el presidente del PJ local, Darío Martínez, y la legisladora Victoria Tolosa Paz. Además tiene confirmado desembarcar esta semana en la localidad bonaerense de Avellaneda, donde se mostrará con el intendente local, Jorge Ferraresi, un acérrimo promotor de la candidatura de Axel Kicillof para el próximo período periodo presidencial.
La conducción del PJ se encuentra vacante desde la renuncia del ex presidente Alberto Fernández, que se apartó del cargo el 14 de agosto último debido al escándalo por la denuncia por violencia de género presentada en su contra por la ex primera dama Fabiola Yañez.
La victoria de Raul Alfonsín en 1983 desembocó en un proceso de renovación de las autoridades del justicialismo y dio paso a una interna entre un líder partidario y un caudillo político del interior.
Antonio Cafiero había ocupado el rol de conductor luego de alcanzar la gobernación de la provincia de Buenos Aires y convertirse en uno de los principales interlocutores con el Gobierno radical. Fue él quien acompañó a Raúl Alfonsín durante el levantamiento de Semana Santa. Sin embargo, cuando todo suponía que sería el candidato para las presidenciales de 1989, se desató una interna partidaria cuyo resultado marcaría la política argentina de la siguiente década.
Fue Carlos Saúl Menem, el gobernador de La Rioja quien -acompañado por el que en ese momento se desempeñaba como intendente de Lomas de Zamora, Eduardo Duhalde- se impuso a la fórmula que Cafiero compartía con José Manuel De La Sota.
Aquella era una elección inédita dentro del peronismo para elegir a quién competiría por el Sillón de Rivadavia unos meses después. La de ahora es por conducir al Justicialismo pero todos dentro del Partido saben que no sólo está en juego la dirección política del peronismo, sino también y muy probablemente, la confección de las listas de las próximas elecciones.